domingo, 15 de diciembre de 2013

LOS MEDICOS EN LOS AÑOS 40

En cuestión de sanidad local, y en concreto en la prestación de servicios para preservar la salud, hay que reconocer que ésta villa siempre ha estado en niveles de deficiencia e inferioridad, con respecto a Denia. Desde que Jávea era un “lugar o alquería” de Denia en el siglo XIII, y después villa en 1612, por privilegio de Felipe III, nunca hasta hoy, ha tenido este pueblo un sistema de protección sanitaria acorde a sus necesidades. Siempre ha dependido y sigue dependiendo de su capital comarcal. Vayamos a la historia. El número de médicos en Jávea en los años 40 del siglo pasado, se reducía a tres. La villa en esa década contaba con 5.000 y pico de habitantes, y los profesionales que atendían la sanidad eran tres, D. Jaime Martí, casado, sin hijos, tenía su domicilio en la calle Canónigo Pajarón (hoy Roques), D. José Ferrándiz Buráñez, también  casado y sin hijos que tenía su casa y consulta en la Avda. del Caudillo (hoy Alicante), y D. José Bover Dotres (tío abuelo materno mío), casado y con una hija llamada Catalina, que tenía su hogar y consultorio en la misma avenida, a escasos metros del anterior. En aquellos años, recién terminada la guerra civil eran tiempos de penuria y necesidades y no existían ambulatorios públicos. Años más tarde, sobre los 50-60, en la calle D´Avall (antes Hermanos Cholbi), en donde en 1502 se construyó el primer hospital, se creó un consultorio, (hoy Oficina técnica del Ayuntamiento) atendido por los médicos titulares D. Salvador Barber Part y D. Rafael Peiró Fayos. Fue el primer consultorio público de carácter municipal. Más tarde, a finales del siglo pasado se creó el actual ambulatorio  en la plaza de la Constitución y  hace cinco años se abrió el de Aduanas del Mar. Hay que decir sin miedo a errar que desde siempre, en el campo de la atención sanitaria Jávea ha estado muy atrasada y sigue estándolo con respecto a la vecina Denia. Esta, siempre ha gozado de consultorios, clínicas y hospitales, con sus correspondientes plantillas de especialistas y personal sanitario de la que se ha beneficiado y se sigue beneficiándose Jávea. Por mucha rivalidad  histórica con Denia, ésta nos supera largamente en éste ramo. En mi niñez y adolescencia, en donde no se conocían las diversiones de las maquinitas tecnológicas de hoy, nuestros juegos consistían en brincos, revolcones y porrazos, cuyos riesgos y peligros comportaban la rotura de brazos, piernas o manos, y su final eran las clínicas de Denia. Pero, este panorama que viene del pasado, subsiste hoy día. Sin ir más lejos hace dos años, en 2011, conocí el caso, que para detectar un esguince de pie producido por una caída, el servicio de urgencias del actual ambulatorio no disponía de aparatos de radiología para examinar el alcance de la lesión, por lo que el paciente tuvo que acudir por sus propios medios al servicio de traumatología de un hospital de Denia. Volviendo a los 40 de Jávea, estos tres médicos D. Jaime Martí, D. José Ferrándiz y D. José Bover, ejercían la medicina a través del sistema de igualas, con lo que se aseguraban la base de sus beneficios económicos. La iguala, (antecedente de la actual póliza de asistencia contratada con una aseguradora médica), consistía en una especie de contrato entre el cliente y el médico, en virtud del cual este último se obligaba mediante el pago de una cantidad fija de dinero al año, a prestar asistencia al enfermo. El médico se aseguraba un sueldo y el paciente tenía cubierta  su atención facultativa. Aquel se obligaba a atender al enfermo tanto en la consulta particular como en el domicilio de éste. En éste último caso el médico acudía a la casa a pie, pues ninguno de ellos tenía coche. Para desplazamientos fuera del núcleo urbano se valían de la “flota” de los dos taxis existentes en servicio: el pequeño Fiat de Vicent Miralles, “El pedreguero”, que contrastaba con la gordura de su conductor, y el de Vallés, “El borruguero”, más grande que el anterior. Después, se incorporó Pascual Codina, con un taxi provisto de banquetas supletorias entre los asientos. Al médico que más traté en mi etapa estudiantil,  fue a mi tío-abuelo Pepe Bover,  Este, era de carácter abierto, campechano e impulsivo. Recuerdo que un día fue requerido por su hermana María, que vivía en el carrer de Gual y al preguntarle : “A vore, que tens”,  y ésta le contestó: “Mira Pepe, m`agachat y ha sentit un esclafit en el llom”, a lo que su hermano, sin prestarle importancia, le contestó de sopetón: “¿no será que t´auras tirat un pet?”.


                                                Vicente Catalá Bover
                                                 Agosto 2013

TIEMPO DE LA "RENDA"

La agricultura es una de las primeras y primordiales actividades económicas de los hombres y la única a acaso verdaderamente esencial en la vida. La población de esta villa, tradicionalmente ha dependido de la labranza o cultivo de la tierra, que le ha proporcionado los recursos para la subsistencia. El invierno es tiempo de preparación del campo, mediante la plantación, siembra, regadío y abono del mismo. Llegado el verano, es tiempo de la recolección de los frutos. Este momento se conoce ancestralmente como la “renda”, o sea el período desde junio a septiembre, en donde el agricultor recoge el producto de su esfuerzo durante todo el año. En el mes de junio, comienza la “renda”, que  se identificaba con el dicho popular que decía: “En juny, la roba lluny i la corbella a punt”, en clara alusión a despojarse de la ropa y aplicarse a la siega del trigo. La fecha que cerraba la “renda” se resumía con ésta otra cita: “En sant Miquel, tot a ràpel”. La explicación de esta frase se encuentra en que en los campos, después de la recolección o “collita”, quedaban restos o sobrantes agrícolas, que otros aprovechaban y recogían en su beneficio, previa autorización o consentimiento del dueño. Esta labor se conocía con el nombre de “espigolar”, que viene de espiga, y significa coger las espigas que han quedado en un campo después de la siega. La “renda” implicaba la salida o el éxodo de la población hacía el campo, para instalarse en el mismo, y hacerse cargo de su producción. Esta  actividad  se definía con la frase: “anarse a la casseta”. Eran lo mismo “anar a la renda” que “anar a la casseta”. Ambos términos, hacían referencia a la recogida de resultados, dicho en términos bursátiles. Entre el vecindario, se comunicaban unos a otros,  la marcha a “la casseta”.  En la villa de Jávea, como región marítima templada, han existido variedad de cultivos, tanto en terrenos de secano como en lugares aptos para las hortalizas. En el cultivo de secano (almendros, olivos, algarrobos…), destacaba éste último, por la espectacular belleza de su tronco y ramas tortuosas e irregulares, que alcanzaban una altura de 8 a 10 metros. Su producto, la algarroba era tan válido para la alimentación de caballerías como para la fabricación de chocolates y otras aplicaciones industriales. La influencia de los árabes durante su dominación en España, permite pasar de cultivos de secano, a la feracidad de los cultivos de regadío, en donde están comprendidos toda la variedad de plantas, desde las herbáceas (garbanzos, lentejas, guisantes…), hasta las productoras de hortalizas (melones, patatas, y tomates…). La “renda” finalizaba con el corte de la uva, operación conocida como “tallar el raim” y su posterior paso por cañizos, sequeros y riu-raus hasta transformarse en pasa,  o al “cup” para ser chafada y convertida en vino.

Si la “renda” tiene como fin el resultado agrícola de la recolección, mirando al pasado, tuvo un protagonismo histórico hace setenta y siete años, en la guerra civil española. Me explicaré. Cuando estalló el alzamiento nacional en julio de 1936, muchas familias habían abandonado ya el núcleo de población para trasladarse a la “casseta” y ocuparse de la “collita”. Este hecho, supuso que muchas familias, intentando protegerse de los peligros en que podía verse envuelta en aquellos revolucionarios tiempos, permanecieron los tres años de contienda escondidos en el campo, a salvo de las tropelías y persecuciones del Frente Popular. Uno de sus dirigentes, Joaquín Mengual, (“Pardico), según relata Antonio  Pons Guardiola en su libro Aquell poble, era un obrero frío, calculador y cruel. Este individuo, dio rienda suelta de su odio hacia las clases conservadoras del pueblo cometiendo una serie de desmanes, extorsiones y ordenando el asesinato de sus conciudadanos por el simple hecho de vestir corbata, lucir sombrero o ser simpatizante de la Iglesia. El “Pardico”, se incautó de las mejores casas del pueblo para establecer en ellas sus comités, así como para su acomodo personal o cárcel para sus perseguidos políticos. Una de las familias, que la “renda” salvó del peligro de sus vidas, fue la  que fuera mas tarde sacerdote de gran arraigo y talla intelectual don Juan Ortolá Segarra. Huérfano de padre, su abuelo materno se hizo cargo del mismo y se lo llevó con 11 años al campo. Allí estuvo seguro, y aprendió las labores del campo, a falta de su escolarización. Si en la “renda” normal se obtenía el alimento para un año, los que vivieron en la “renda” durante la guerra, consiguieron asegurarse la vida.
                                     

                                             Vicente Catalá Bover
                                              Agosto de 2013

EL CARRO DE LA COMPRA Y EL CARRO DE LA VENTA

Este juego de palabras nos traslada del tiempo viejo al tiempo nuevo, en relación con el progresivo consumo en la alimentación humana. Asombra pensar, la cantidad y calidad de alimentos que necesitamos en el tiempo actual, comparado con la menor cantidad con que salíamos adelante en el pasado. Basta para ello, echar una mirada a los supermercados, para ver como van sobrecargados los carros de la compra, esos contenedores que solucionan nuestras necesidades alimenticias. El carro de la venta ( he dicho bien), en la Jávea de los años 40, después de la guerra civil, era el vehículo de tracción animal, es decir carro y macho, que nos acercaba y suministraba los alimentos a pie de casa. El carro de la compra, (el de hoy) es de tracción humana que nos lleva a localizar los mismos a pie de estantería. Cuando los primeros pobladores-veraneantes se asientan en la Caleta del port, Triana, El Montañar, Portichol y Calablanca (el resto, no estaba explotado), la provisión de productos para la subsistencia, se hacía a través del reparto domiciliario por medio de carros agrícolas. Del casco histórico y de Aduanas, salían carros, mocarros,  motocicletas, bicicletas y rudimentarias furgonetas que ofrecían al veraneante,  chalé por chalé, los productos necesarios para el alimento.  Carros, como el de Toni “Bufa”, que tenía el huerto en El Rebaldí iban cargados de hortalizas y legumbres, que principiando su itinerario en Triana y finalizando en el Arenal, iban pregonando su mercancía. A su paso por los chalés, salían las criadas o las  señoras de la casa a la carretera para hacer la compra. Cada tipo de género tenía su particular forma de transporte. El pan, procedeía de los distintos hornos del pueblo, cuyo reparto se realizaba en bicicleta por los matinales y ambulantes vendedores, como el esforzado y servicial Francisco Bas, “L`alemá”, que adaptaba a la misma un cajón repleto de pan, cuyo suministro llegaba hasta el Portichol. Tenía sus clientes fijos, que esperaban a pie de carretera, el pan de cada día. El hermano de éste, Batiste, se aplicaba al reparto de verduras en carromato, un vehiculo desaparecido. Otro conocido vendedor de pan era “Sanroc”, que distribuía el pan fabricado por Angelita Ortuño. El hielo en barras,  de la fábrica de Miguel Crespo “El pelut” y de Miguel Benavent, en Aduanas, y el pescado, lo servía Santacreu,  en una “rubia”, un coche cuya particularidad era que los laterales eran de madera. La carne, era la especialidad de Vicente Marzal, “L`anguerino”, familia procedente del pueblo de Enguera, y asentada en ésta villa, quien a golpe de pedal realizaba un largo recorrido a domicilio. La leche, aparte de adquirirse en las propias vaquerías, era transportada embotellada a domicilio. José Serrat, “El “Benissero”, fabricante de gaseosas y limonadas hacia el reparto en furgoneta. Otro  repartidor habitual era Ambrosio Ferrer, que regentaba con su mujer un horno-tienda, en Santo Cristo del Mar de Aduanas, y la venta ambulante la realizaba en moto a la que adaptaba un remolque para la mercancía. Pepe “El roig”, también de Aduanas, acoplaba a su moto una especie de sidecar para el transporte de su género. El salazón, que tradicionalmente formaba parte de la alimentación de las clases humildes y trabajadoras de Jávea, no tenía aceptación entre los forasteros.

Mención especial merece el pescado fresco, que llegaba al puerto al atardecer. Aquí los veraneantes, se reservaban el entretenimiento de adquirirlo por si mismos en la  pescadería del muelle (no se utilizaba entonces el término de lonja). Los del Montañar y Triana, a media tarde, después de sestear y  merendar, se acercaban en grupos de amigos o familiares, paseando, a la pescadería para comprar el pescado recién desembarcado. Una vea verificada la subasta de los distintos lotes de pescado, los comerciantes adjudicatarios de los mismos, se instalaban en improvisados mostradores de madera para venderlo. Para postre y como finalización, les diré, que uno de los dulces más exquisitos de la comarca, hoy desplazado,  era el arrope. El “Arrop”, era  una especie de confitura que se obtiene cociendo con mosto varios frutos (entre ellos la calabaza) hasta que aquel adquiere la consistencia de almíbar. Originario de Benigánim, sus vendedores lo pregonaban a gritos “!arrop amb talladetes!” y lo portaban en burros, en cuyas alforjas introducían las tinajas del apetitoso dulce.  Cuando se quería expresar la dulzura de carácter de una persona, se decía: “Es dolc, com l`arrop”.
  

                                                   Vicente Catalá Bover
                                                    Julio 2013  

EL NAUFRAGIO DE LA VIRGEN DEL CARMEN

O lo que es lo mismo, el naufragio de una devoción. La Virgen del Carmen es una advocación de la Virgen venerada en el monte Carmelo, que la Iglesia celebra el 16 de julio en España, y es Patrona de la Marina. Esta Virgen que es Patrona de los marineros, y que protege a éstos de los infortunios del mar, ahora es Ella la que está navegando por un mar proceloso, con marejadas y exaltación de ánimos, que necesita un cable de salvación. El mundo al revés. La  protectora de los marineros, necesita ser salvada para no ser tragada por las propias aguas de la que ella es guía y orientadora de  navegantes. No deseo, por respeto, y desconocimiento de las causas de la cuestión, tomar partido para no sembrar discordias. Solo pretendo exponer el ambiente de descontento que se palpaba y se vivía el 16 de julio en Aduanas del Mar.

Desde siempre, llegado el evento, el poblado de Aduanas, se llenaba de entusiasmo religioso, y la marinería celebraba con alegría y esplendor la festividad de su Patrona. Se oficiaba un misa solemne, anunciada con general volteo de campanas,  con un nutrido clero, un coro parroquial especialmente entonado y una procesión marinera donde la Virgen, capitaneando una barca de pesca se hacía a la mar. Tomaba  rumbo al centro de la bahía, en donde era vitoreada entre flores y toques de sirena por las embarcaciones que la escoltaban en su singladura. En pleno mar se elevaba un recuerdo y se rendía  homenaje a los marineros fallecidos.  Los curtidos rostros de los  “lobos de mar”, con mirada emocionada a ese mar de sus peligros y de su pan de cada día, elevaban plegarias a la Patrona, que al tomar tierra firme era recibida con salvas. En una palabra, una devoción y una festividad que  ahora “hace aguas”. Una tradición en peligro de extinción y de naufragio. Llega la hora del SOS para la Virgen, pero esperemos que no se llegue a la situación del sálvese quien pueda. Cómo podríamos pensar que la Virgen del Carmen va camino del naufragio?  cuándo es Ella la que nos tiende su manto protector? Esto en lo tocante a lo celestial. En lo  terrenal, las causas de ésta zozobra poniendo en peligro la festividad de la Virgen, son un conjunto de circunstancias, de personas y de instituciones que han rolado trayendo aires de renovación. Y que están provocando malestar, preocupación y perturbación en la devoción de la población marinera.

El pasado 16 de julio del presente año, por primera vez se podía palpar en el ambiente un reprimido desengaño y frustración en la forma en que se vivió y se desarrolló la fiesta religiosa. Cuando una festividad religiosa está unida a un componente gremial (como es el caso), en el que puedan surgir diferencias e intereses económicos y laborales contrapuestos, ocurren estas cosas y surge la pérdida del rumbo. Las causas de ello,  no las voy a desentrañar, por las razones expuestas. Sobre todo porque no tengo  derecho a opinar y polemizar en un tema del que carezco de información, y del que no he sido llamado a tomar parte.  Solo me limito a comentar el estado de cosas, sin inculpar, ni señalar las correspondientes responsabilidades. El caso, es que se ha levantado mala mar, y como los marineros saben, las aguas encalmarán a su debido tiempo. Ahora el clima es tenso, y la prudencia manda guardar silencio y respeto en espera de mejores aires. Una simple misa, con el cántico final de la Salve marinera fue toda la festividad dedicada a Nuestra Señora del Carmen. Pero aquí, hay recursos para salvar ésta situación. Tenemos a la Virgen de  Loreto, también  Patrona de los marineros. Si la devoción a la Virgen del Carmen,  está en crisis  (por el momento), disponemos de la “otra” vocación mariana, la devoción entrañable y tradicional a la Virgen de Loreto, de gran arraigo y calado entre la marinería. Es poco común y original, que en un país existan dos co-Patronas, la del Carmen y la de Loreto. Un “recambio” venido del cielo, que en estos momentos en que la nave de la del Carmen empieza a tener vías de agua, podamos hacer frente a la marejada, acudiendo al auxilio de la Mare de Dèu de Loreto. En el fervor a ésta, no hay interferencia gremial alguna, ni intereses materiales. Existe una devoción pura y llanamente religiosa. Se habrán dado cuenta los lectores, del privilegio que supone tener dos Patronas. La Virgen del Carmen y la de Loreto. Están ahí para certificarlo. Recambios que nos manda la Virgen.
 

                                              Vicente Catalá Bover
                                               Julio 2013

PLAYA DE LA GRAVA, 1.910

Playa de la Grava, 1.910