jueves, 7 de febrero de 2013

PAJAROS Y PAJARITOS


Es curioso que siendo los pájaros animales inocentes, dóciles y de compañía (cuando están enjaulados), a veces inspiran expresiones de desprecio hacia determinadas conductas humanas. Así, cuando se dice de alguna persona “es un pájaro de cuenta”, o “eixe está fet un pardal”, que define a quienes debe  tratarse con cautela y desconfianza, estamos calificando la conducta irregular de los que no cumplen en familia o en sociedad. La frase “menudo pájaro” está en contradicción con el concepto favorable que tenemos de éstas pequeñas y entrañables aves.  Al emplear estos términos despectivos de los pájaros para atribuirlos a comportamientos humanos no cabe duda que nos estamos refiriendo a los pájaros de mal agüero como pueden los buitres y cuervos, animales voraces que se alimentan de carroñas, lagartos y serpientes. Buitres y cuervos son pájaros que nos transmiten la imagen de animales desaprensivos y crueles que se aprovechan de la confianza y descuido de los demás animales, para sacar provecho propio.  ¿No les suena ésto a banqueros? Descendiendo a la selva o sociedad humana, también existen estos pajarracos que cuando han necesitado financiación de las instituciones estatales han sido rescatados de sus dificultades, y éstos sin embargo no han tenido comprensión ni compasión para ayudar a las apuradas y desesperadas familias cuando por no poder cumplir con el banco, se les ha privado del derecho constitucional y sagrado de la vivienda, y  puestos en la calle. Afortunadamente, la clase política, que está para lograr el bien común, está poniendo solución a esta situación.

De  de los malos pájaros, pasemos a los pájaros buenos. Unos nos deleitan el oído con sus trinos y otros nos dan gusto al estómago  al comerlos fritos acompañados de una cerveza o un vaso de vino. Esta práctica ha desaparecido de nuestro entorno social.  

En Jávea, pueblo agrícola, y dentro de la cultura rural de la misma, ha existido mucha afición entre grandes y mayores en la captura de pajarillos, bien  para oírlos en cautividad o bien para la sartén. Había varios procedimientos para la caza de éstos animalillos. Estaba el sistema de “parar la tela”, que consistía en poner en el campo y alrededor de un “aveador” o balsita de agua, una red articulada con unas cañas, que al ser  estirada por un  cordel oculto tras unas ramas o escondrijo, se abatía sobre el pájaro que acudía a beber, y quedaba atrapado. Otro tipo de caza era el “enviscar” y consistía en impregnar de “envisc”, una sustancia pegajosa, en  unos palitos de esparto verde, que se clavaban en la tierra junto a las charcas del río, y el pájaro al ir a beber y tomar contacto sus alas con el “envisc” les imposibilitaba emprender el vuelo.  Conocido era también el procedimiento de “L´ençesa”, un método de captura  que se practicaba por la noche. Aquí, el “envisc” se colocaba en las ramas de los árboles frondosos y tupidos, como los naranjos, y por la noche, los cazadores provistos de  carbureros para iluminarse, sorprendían a los dormidos pájaros y  los apresaban de las mismas ramas. Finalmente había otro medio de caza y era conocido como “el parany”. En éste tipo de trampa, se utilizaba también la sustancia viscosa del “envisc”, que se colocaba  alrededor de las ramas de árboles grandes, a los que previamente se les desmochaba y aclaraba la parte superior. En la base y alrededor del tronco se colocaba una lona o red para cobrar las piezas caídas de las ramas. Este sistema no estaba muy extendido en esta villa, y, si lo era practicado en Benissa y en  algunas zonas de Castellón.

La costumbre de comer pajaritos fritos en bares y tascas, estaba extendida por casi toda España. En Galicia, por ejemplo, no han tenido la costumbre de comer pájaros fritos ni caracoles del campo.  El paladar de los gallegos está hecho para apreciar los ricos sabores de su marisco. Afortunadamente, la sociedad ha evolucionado,  percibiendo que los animales son seres sensibles y  ha encontrado en ellos compañía y comunicación. En ésta línea de protección, la legislación penal vigente (Código Penal) haciéndose eco de estos sentimientos humanos, castiga como delito los malos tratos y el abandono de animales, así como  la caza de especies protegidas.

 

                                          Vicente Catalá Bover
                                          Noviembre 2012

 

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