La navidad
tiene dos variantes o caras. Una que satisface el estómago a base marisco, cava
y turrón y otra, que hace efectiva en el árbol de navidad y en papá Noel, que representan
los esperados regalos. El único componente cristiano de la navidad es el belén,
que ocupa un lugar muy distante de los anteriores.
Este año, no va
a ser como siempre. Como todo el mundo sabe el actual Pontífice Benedicto XVI,
ha publicado un libro titulado La infancia
de Jesús, en el que entre otros temas de menor alcance intelectual y
teológico ha declarado que en el nacimiento de Jesús ocurrido en un portal de
Belén, solo estuvieron el Niño Dios, la Virgen María y su esposo José. En sus
investigaciones no habla para nada de la presencia de la mula y el buey que
daban calor y color a la entrañable escena navideña. No estaban.
Esta noticia
ha llenado de sorpresa al mundo y a la cristiandad. Cuando uno está montando el
belén y sacando todas las figuritas guardadas cuidadosamente en papeles
envueltos dentro de las cajas, nos hemos llevado la desilusión de que nos
sobran éstas dos piezas que ya no
podremos utilizar, quedando un hueco difícil de rellenar. El papa nos ha
recortado el belén. El papa es la cabeza visible de la iglesia universal y, su
sagrada y evangélica misión, como nos han enseñado en la escuela y en el
catecismo, es la de declarar los dogmas y misterios de la fe cristiana, pero no
esperábamos que S.S., en su estudios e investigaciones teológicas de alto nivel
intelectual pudiera ocuparse de estos animales. El papa goza de infalibilidad
cuando se pronuncia en materia de dogmas, pero afortunadamente estos modestos
animales no han alcanzado tal categoría, por lo que podemos contar con ellos. Así
lo han declarado los doctores de la iglesia, al interpretar que la presencia de
la mula y el buey es un hecho que la tradición ha respetado y que hay que
seguir respetando. Al espantar a la mula y el buey del pesebre, todos, niños y
mayores nos hemos llevado una desilusión. Nos ha traumatizado más a los mayores
que a los pequeños, por la sencilla razón de que nosotros teníamos asumido
desde la mas tierna infancia la imagen de éstos mansos animales en la cueva, cuya
visión la tenemos cicatrizada en los
recuerdos de toda nuestra existencia. A la gente menuda, les hubiera afectado
mucho cualquier modificación que hubiera afectado a los Reyes Magos, Melchor,
Gaspar y Baltasar, que provenientes de Oriente se dirigieron a Belén, en camellos cargados de regalos. En
esencia estas tres figuras, representan la ilusión y la alegría de los niños
esperando recibir el regalo solicitado. Los
Magos son el motivo más importante de los
niños en un belén. Esperemos que el Papa deje tranquilos a los Reyes y conserve
la inocencia de los niños.
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