Ordenando papeles en mi baúl de
los recuerdos, me he encontrado con una carta del cura Antonio Llidó Mengual
(q.e.p.d.) y su relectura me ha llevado a escribir estas líneas. Antonio Llidó,
nacido en ésta villa, en 1936, en el seno de una modesta familia, estudió el Bachillerato
y el Magisterio en la Academia
Jesús Nazareno, de la calle Primicias, en la que fuimos
condiscípulos. Entablamos una buena amistad, y cuando terminé el bachiller me
marché a Valencia para iniciar mi carrera universitaria. Continuamos la amistad
a través de la correspondencia, en donde Antonio me mantenía informado de la
actualidad local. En los años 60, una vocación tardía al sacerdocio, le llevó al
Seminario de Moncada, al lado de Valencia. En su etapa de seminarista, yo le
visitaba los domingos. Al ordenarse como presbítero, tuvo su primer destino en
Quatretondeta, y luego de unos destinos y avatares del momento político de España, marchó a ejercer su apostolado a Quillota (Chile).
Allí, al decantarse a favor de las libertades del pueblo oprimido por el
régimen dictatorial de Pinochet, fue perseguido,
detenido, torturado y ejecutado por el gobierno del dictador. . Su hermana Pepa
y su cuñado Ferrán, con un denuedo incansable, acudieron a Autoridades,
Parlamentos e instituciones europeas, demandando amparo y justicia para su
hermano. Su caso fue muy conocido y ocupó muchos espacios en los medios de
comunicación nacionales y extranjeros.
Retomando el tema del titulo de
estas líneas, inspiradas en la carta de Antonio, todos sabemos que en el casco antiguo del
pueblo, hay tres festividades, que sobresalen de las demás, y que se concretan
en la Bajada
del Nazareno de su ermita del Santo Cristo del Calvario, que se celebra el día
3 de marzo, y la Subida
del mismo a su morada el día 4 de mayo. La tercera festividad son Les Fogueres
de Sant Joan, en Junio. Las dos primeras, de carácter religioso, con
“incrustaciones” de fiestas cívicas (así se llamaban antes los “bous al carrer”)
y la tercera totalmente cívica, con una mínima incidencia religiosa. Recordemos
para las nuevas generaciones (que leen poco, y le dan mucho al móvil), que el
origen de la festividad del Nazareno data de 1767, cuando los duques de
Medinaceli, regalan a Jávea una imagen de Jesús Nazareno, que instalan en una
vieja ermita situada en el Calvario. Mas adelante, se costea con cargo a la
cofradía del mismo nombre la nueva ermita construida sobre la primitiva, en
1848. En el año 1854, hace su aparición en toda la región valenciana la
enfermedad contagiosa del cólera asiático, procedente de la India. Era una enfermedad
mortal, consistente en una infección intestinal, que causó miles de
fallecimientos. El pueblo de Jávea, ante el peligro que suponía esta terrible
enfermedad, se encomendó al Nazareno, y para postular su protección, lo bajaron
del Calvario y se le “hospedó” en la iglesia de S. Bartolomé. La curia
parroquial se encargó de hacer rogativas para que preservara al pueblo del
terrible mal. Cuando se comprobó que el cólera no había causado ninguna
desgracia, el pueblo agradecido y en solemne procesión subieron al Nazareno a
su lugar. Anualmente en recuerdo de aquel acontecimiento milagroso, se celebra la Bajada y Subida. El otro
dato, que comentaba Antonio en su carta, era la celebración del día de San José,
En Jávea hay muchos Pepes y Pepas, y antes se celebraba de una forma muy
distinta a como se hace hoy. Vean como se vivían estas festividades. La carta
está fechada en 25 de marzo de 1955, y dice así “Estimado Vicente: He aguardado
a escribirte hasta ahora porque quería contarte todas las peripecias que
hicimos por aquí la semana pasada con eso de la bajada de Jesús Nazareno, y la
fiesta de S. José. Tú ya sabes lo que es eso de la bajada. Hacemos de todo
menos ir a la procesión y pasamos una tarde magnifica. Este año terminó pronto
y aquella tarde abrieron la
Tómbola , en donde estuvimos bailando hasta la hora de cenar… El
día de S. José, como tú sabes que hacemos todos los años, recorrimos por la
mañana todas las casas de Pepes que
conocíamos, y como comprenderás llegó medio día y estábamos todos más que
regular. En eso vimos a D. Francisco [director de la academia] y nos fuimos a
su casa a tomar cerveza unos cuantos. Con todo esto se hicieron las cuatro y
aún no habíamos ido a comer. Por la tarde fuimos los amigos y amigas a casa de
los tres Pepes de la cuadrilla [Noguera Font y Ronda], y de la Pepa [Pepita Mengual]….”. ¡Qué
tiempos! Se felicitaba primero a los conocidos y luego a los amigos de la
cuadrilla. Era la cuadrilla de Pascua, algo muy entrañable de los jóvenes.
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