sábado, 13 de abril de 2013

MEC (O EL SIGLO DE LAS SIGLAS)


En este mundo, la expresión  hablada y la comunicación escrita está plagada de siglas, cuyo único fin es abreviar la escritura. Constituye un uso abusivo del que no se tenían antecedentes en épocas anteriores. En ese pasado histórico, se utilizaban las siglas de una forma moderada, y las pocas que estaban en el mundo hablado y escrito eran muy familiares. Eran las más conocidas, el FBI, la ONU, la URSS, la OTAN, los EEUU… y algunas otras que todos conocíamos y sabíamos su significado. La complejidad y los avances de la ciencia y de la tecnología nos han llevado a una burocratización de la sociedad, que necesita para su desenvolvimiento la creación de instituciones y organismos para el desarrollo de sus fines. Para la identificación de ésta multitud de órganos administrativos se emplean siglas que poco a poco son absorbidas y memorizadas por los ciudadanos. Si la ciencia ha adelantado y avanzado en la moderna civilización, el hombre ha desarrollado su instinto malévolo y cruel, involucrándose en guerras, violencia y atrocidades. En éste “frente” se han tenido que arbitrar medidas de represión para acabar con tanto desvarío. Aquí es donde hacen su aparición y papel las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en las que ante el gran número de delitos y las  nuevas modalidades de ejecución de los mismos, han tenido que crearse agentes y unidades especializadas para la investigación, esclarecimiento y puesta de los delincuentes a disposición de la Justicia. De éste modo se han creado, (desconocidos hasta hace unos años) los departamentos de la UDEF (Unidad Central de Delincuencia Económica), UDYCO (Unidad Central de Drogas y Crimen Organizado), UCIC (Unidad Central de Inteligencia Criminal) y otros,… especializados cada uno de ellos en la persecución de cada tipo específico de delito. A su vez, ya son familiares los órganos que tienen relación con la actividad policial como CGPJ (Consejo General del Poder Judicial), TS (Tribunal Supremo), AN (Audiencia Nacional), TSJ (Tribunal Superior de Justicia)…   Hay tal proliferación de siglas que resulta a veces complicado desentrañar su significado. La prensa,  acostumbrada a utilizarlas, nos suministra las noticias embotelladas en abreviaturas  y tenemos que hacer un esfuerzo para saber a que se refiere el asunto. La aparición de la corrupción, generalizada en políticos,  banqueros y  empresarios, estafando la confianza de los ciudadanos, ha conducido a la creación de órganos asesores que amparen, representen y defiendan a los afectados. Así por ejemplo, surge el FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria),  la PAH (Plataforma de afectados por las hipotecas). Las palabras “Expediente de Regulación de Empleo”, resumidas en las siglas ERE, es consecuencia de una política laboral a la que no se esperaba llegar, y conlleva el gran dramatismo familiar, que supone la pérdida del trabajo. La circunstancia más trágica y sangrante. Muy utilizada también es la sigla ADN (es un ácido cuya denominación indescifrable, que no tengo retenida, la componen dieciocho letras, casi como una cuenta bancaria). Tres siglas  concentran la mayoría de inquietudes de la sociedad: los EREs disgustan, el ADN descubre genes y la PAH asesora y ampara. Estas siglas ya se han incorporado al lenguaje  normal y se habla de ellas sin necesidad de ninguna advertencia o explicación. El mar de siglas de este siglo, me hacen desembocar en una palabra local, tradicional y burlona que ha dejado de utilizarse. Me refiero a la palabra MEC, que escrita con mayúsculas en éste mundo violento e hipócrita  podría significar, “Maldad, Ensañamiento y Crueldad”. Pero los tiros no van por ahí. Me voy a ceñir  a la palabra “mec”,  escrita con minúsculas.. En ésta villa, desde siempre,  al individuo despistado, distraído y poco centrado, se decía que estaba “mec”. No he podido encontrar su significado en ninguno de los diccionarios de valenciano (ni catalán) que he consultado.  . Las nuevas generaciones no la han conocido, y hoy ésta expresión castiza no la oigo en las conversaciones. A este tipo de personas, con rarezas en su comportamiento, se les decía: “¡Eh tú, estás mec o que?!”, o  para referirse a un tercero que no está presente se decía :“¡Eixe tío, está mec!”. A veces ocurría,  que en plan de burla, cuando el que estaba “mec” pasaba por delante de algún bar en donde había corrillos o concurrencia de gente en la puerta, algún bromista soltaba chillando: “¡ieeeee… agarreu-lo que es per al circo!” Hoy, está palabra está obsoleta y ya no hay “collita” ni de bobos, ni de “mecs”. Mejor así. 

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