sábado, 20 de octubre de 2012

LAS VISITAS

La visita es un acto de cortesía familiar y social que se practica entre ciudadanos y familiares. Antiguamente se practicaban mucho las visitas de cumplido o de cumplimiento en la sociedad y en la familia. La visita de cumplido es la que se realiza como muestra de familiaridad y de  respeto. En el ámbito familiar, si los hijos vivían fuera del domicilio paterno visitaban por cumplido a sus padres, y a los padres de éstos, es decir a los abuelos. Aquí me quiero centrar en las visitas que se realizan a los abuelos. Hoy va siendo extraña esta afirmación y  en desuso ésta manifestación  familiar de visitar a los abuelos porque éstos se han integrado en el núcleo familiar de sus hijos. De hecho ya no existe este fenómeno. Las circunstancias y los cambios en la sociedad actual han invertido éstos usos y costumbres de familia. La intervención del abuelo en la familia de sus hijos ha hecho desaparecer la “obligación” de visitar a los abuelos. Son ahora los abuelos los que visitan a los nietos, cuya relación parental ha generado un régimen familiar  distinto al que conocimos los mayores.
 
En mi niñez una de las obligaciones que imponían los padres y que figuraban en el  código de cortesía familiar era la de visitar a los abuelos para no perder el lazo de familiaridad y de contacto con los mismos. Si la visita se demoraba, los abuelos se impacientaban y mostraban su disgusto a los padres, culpándoles de no llevarles a los nietos. Los cambios socio-económicos han determinado que la relación abuelo-nieto sea más intensa que antes. Hoy los abuelos prestan un servicio impagable a sus hijos, del que se benefician las dos partes; los abuelos, porque sienten renacer la ternura que tuvieron hacia sus hijos, y los hijos porque se sienten aliviados y socorridos en su tarea educacional  y económica.     Mi madre, que era muy religiosa, tenía dos objetivos en ésta vida: la educación religiosa de sus cinco hijos y el fomento de la unión familiar. Tan fundamental era ir a misa los domingos y fiestas de guardar como visitar a los abuelos y resto de la parentela. Nos avisaba de esta manera; “Niños, vestiros y arreglaros que hoy vamos a ver a la abuela”. Muchas veces,  embrutecidos en nuestros juegos de  saltar y brincar, no nos apetecía ir de visita, porque había que cambiar el retozar por la compostura y el saber estar ante la abuela. Durante la visita dábamos buena cuenta de la merienda a base de pan y sobrasada que nos preparaba con mucho primor Francisca Buigues, la fiel criada y buena cocinera de mi abuela Concha Cruañes. Teníamos que cubrir el trayecto (a pie) desde el Montañar hasta la Mesquida,  en la cuesta de S. Antonio, donde estaba y está la casa de mi abuela. Mis padres y los cinco hijos, todos mudaditos y bien peinados  íbamos a “cumplir” con nuestra abuelita. En verano, nos permitían el desahogo de jugar en el jardín y en el riurau. En invierno, jugábamos dentro de la casa y en la cambra repleta de pasa, en donde nos revolcábamos encima de la misma. Si la visita terminaba tarde, mi abuela nos daba un farol alimentado con aceite y una mecha para alumbrarnos en el regreso a través de sequero, y de la oscuridad de Aduanas así como de la carretera del Montañar (sin asfaltar todavía).

El contacto actual  entre abuelos y nietos y la dependencia entre los mismos, ha sido definida por el profesor Juan Bta. Codina como el ejercicio de “la abuelidad” (término aún no recogido en el diccionario). Yo por mi parte, este fenómeno lo calificaría en términos coloquiales de “yayidad” (de yayo, abuelo). Se podría definir esta relación de parentesco como “la capacidad, entrega y cariño de los abuelos en hacerse cargo de los nietos, en apoyo de sus hijos en determinados momentos puntuales del día o en periodos más duraderos”.

Hoy en día, lo único  que se conoce como visita, es la inevitable visita al médico. La visita como acto social  y familiar  ha desaparecido de la sociedad. La tecnología actual con el invento del teléfono móvil y la posibilidad de verse los interlocutores en pantalla, han desplazado el uso y costumbre de la visita. ¿Qué finalidad tiene la visita? En resumen, antes los nietos estaban fuera de la órbita familiar de los abuelos y hoy los abuelos están integrados dentro del círculo de los nietos.

 
                                                 Vicente Catalá Bover
                                                   Agosto 2012

           

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