Terminaron las fiestas 2012 en
Aduanas y he percibido que la Virgen necesita y solicita que la lleven a hombros
sus marineros/as, cuando sale a visitar su barrio. Quiere ser igual que el Nazareno
cuando se asoma al pueblo al bajar del Calvario. Sin ánimo de crítica hacía la
comisión de fiestas y peñas, quiero expresar mi opinión sobre éste tema.
Salir a hombros es una expresión
de júbilo y reconocimiento que se tributa a alguien por sus merecimientos. En España salen a
hombros los santos y, salvando las distancias, los toreros.
En ésta villa, las manifestaciones
de máxima veneración religiosa se centran en la devoción al Nazareno, protector
del pueblo y en la Virgen
de Loreto patrona de los marineros/as. En el ámbito de la religiosidad y del mundo del espectáculo, en este país
(todavía llamado España) el cargar a hombros una imagen religiosa, sea santo o
santa, patrón o patrona, tiene un doble motivo de fervor religioso: primero,
para el que lleva las andas ésta acción le transmite la sensación de orgullo y
satisfacción de portar a su patrón/a y segundo, el efecto de contagio fervoroso
que produce al público este acontecimiento. Sin querer frivolizar, cuando un
torero sale a hombros de una plaza sintetiza y resume el
entusiasmo y admiración de los aficionados hacia el diestro. No nos imaginamos
que las imágenes sagradas de la Virgen de la Macarena o el Cristo del
Gran Poder de Sevilla y las de otras ciudades y pueblos que celebran la Semana Santa sean
arrastradas por medio de ruedas. Para esa labor están los costaleros, hombres
esforzados que rivalizan por alcanzar el privilegio de cargar sobre sus hombros
los pesados y venerados tronos, para la que se han preparado, sometiendo su
cuerpo a entrenamientos de resistencia. Si la adversidad atmosférica impide la
procesión, los cofrades y costaleros lamentan y lloran de impotencia al ver
frustrada la ilusión de todo un año. El llevar a hombros una imagen sagrada
transmite fervor, emoción y entusiasmo al público que presencia el
acontecimiento. Lo mismo que en Sevilla, y otros lugares, como he dicho, no se
concibe que los pasos sean movidos por ruedas. Aquí en Jávea tampoco nos
imaginamos que el Nazareno suba y baje del Calvario sobre ruedas. Hace muchos
años cuando aún existía el servicio militar obligatorio, era costumbre que los
portadores del Nazareno fueran los soldados de la villa que estaban prestando la mili. Para
ello el alcalde, se dirigía mediante oficio a los coroneles de los distintos regimientos
militares, solicitando la concesión de permisos a los soldados de Jávea para
trasladarse al pueblo y cumplir con la
tradición. Los soldados pertenecían a distintas guarniciones y armas, y el
pueblo veía con gusto y complacencia a sus soldaditos cumplir con la gratísima
“obligación” de portar a hombros a Jesús Nazareno. Hoy desaparecido el servicio
militar son los miembros de la cofradía los que se disputan tal honor.
Del pueblo nos vamos al Mar, para
hablar de Nuestra Señora de Loreto, y yo me hago la siguiente reflexión: los
marineros o lobos de mar, acostumbrados a los riesgos y peligros de su
profesión, se caracterizan por ser fuertes y resistentes en las duras faenas
que realizan a bordo, sometidos a los caprichos del mar. Si los marineros tienen
fuerza y resistencia física, ¿qué les impide llevar sobre sus hombros a su
patrona?. Esto vale igual para las marineras, por su devoción y entrega a la Virgen. Si estuviéramos
hablando del gremio de farmacéuticos, por ejemplo, o de abogados, o de cualquier
otra actividad humana, en la que prima el esfuerzo intelectual, es normal que
los músculos no estén acostumbrados a tales esfuerzos, y utilicen ruedas para llevar
a su patrón. No es este el caso. En resumen, así como cargar a hombros a una
persona transmite la admiración hacia la misma, el hecho de portar una imagen
sagrada transmite al público la excelsitud de la misma. Ambas situaciones se convierten
en emoción colectiva.
Un consejo: Controlen los
marineros y marineras sus “esfuerzos festivos” en dar gusto a la panza y a la
danza en las fiestas de la patrona, y reserven algo de fuerzas para cumplir el
deseo de Nuestra Señora de Loreto en salir a hombros por su barrio marinero.
Vicente Catalá Bover
Septiembre
2012
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