sábado, 20 de octubre de 2012

LO QUE NECESITA LA VIRGEN DE LORETO

Terminaron las fiestas 2012 en Aduanas y he percibido que la Virgen necesita y solicita que la lleven a hombros sus marineros/as, cuando sale a visitar su barrio. Quiere ser igual que el Nazareno cuando se asoma al pueblo al bajar del Calvario. Sin ánimo de crítica hacía la comisión de fiestas y peñas, quiero expresar mi opinión  sobre éste tema.

Salir a hombros es una expresión de júbilo y reconocimiento que se tributa a alguien  por sus merecimientos. En España salen a hombros los santos y, salvando las distancias, los toreros.

En ésta villa, las manifestaciones de máxima veneración religiosa se centran en la devoción al Nazareno, protector del pueblo y en la Virgen de Loreto patrona de los marineros/as. En el ámbito de la religiosidad  y del mundo del espectáculo, en este país (todavía llamado España) el cargar a hombros una imagen religiosa, sea santo o santa, patrón o patrona, tiene un doble motivo de fervor religioso: primero, para el que lleva las andas ésta acción le transmite la sensación de orgullo y satisfacción de portar a su patrón/a y segundo, el efecto de contagio fervoroso que produce al público este acontecimiento. Sin querer frivolizar, cuando un torero sale a hombros de una plaza sintetiza y resume  el  entusiasmo y admiración de los aficionados hacia el diestro. No nos imaginamos que  las imágenes sagradas de la Virgen de la Macarena o el Cristo del Gran Poder de Sevilla y las de otras ciudades y pueblos que celebran la Semana Santa sean arrastradas por medio de ruedas. Para esa labor están los costaleros, hombres esforzados que rivalizan por alcanzar el privilegio de cargar sobre sus hombros los pesados y venerados tronos, para la que se han preparado, sometiendo su cuerpo a entrenamientos de resistencia. Si la adversidad atmosférica impide la procesión, los cofrades y costaleros lamentan y lloran de impotencia al ver frustrada la ilusión de todo un año. El llevar a hombros una imagen sagrada transmite fervor, emoción y entusiasmo al público que presencia el acontecimiento. Lo mismo que en Sevilla, y otros lugares, como he dicho, no se concibe que los pasos sean movidos por ruedas. Aquí en Jávea tampoco nos imaginamos que el Nazareno suba y baje del Calvario sobre ruedas. Hace muchos años cuando aún existía el servicio militar obligatorio, era costumbre que los portadores del Nazareno fueran los soldados de la  villa que estaban prestando la mili. Para ello el alcalde, se dirigía mediante oficio a los coroneles de los distintos regimientos militares, solicitando la concesión de permisos a los soldados de Jávea para trasladarse al pueblo  y cumplir con la tradición. Los soldados pertenecían a distintas guarniciones y armas, y el pueblo veía con gusto y complacencia a sus soldaditos cumplir con la gratísima “obligación” de portar a hombros a Jesús Nazareno. Hoy desaparecido el servicio militar son los miembros de la cofradía los que se disputan tal honor.

Del pueblo nos vamos al Mar, para hablar de Nuestra Señora de Loreto, y yo me hago la siguiente reflexión: los marineros o lobos de mar, acostumbrados a los riesgos y peligros de su profesión, se caracterizan por ser fuertes y resistentes en las duras faenas que realizan a bordo, sometidos a los caprichos del mar. Si los marineros tienen fuerza y resistencia física, ¿qué les impide llevar sobre sus hombros a su patrona?. Esto vale igual para las marineras, por su devoción y entrega a la Virgen. Si estuviéramos hablando del gremio de farmacéuticos, por ejemplo, o de abogados, o de cualquier otra actividad humana, en la que prima el esfuerzo intelectual, es normal que los músculos no estén acostumbrados a tales esfuerzos, y utilicen ruedas para llevar a su patrón. No es este el caso. En resumen, así como cargar a hombros a una persona transmite la admiración hacia la misma, el hecho de portar una imagen sagrada transmite al público la excelsitud de la misma. Ambas situaciones se convierten en emoción colectiva.

Un consejo: Controlen los marineros y marineras sus “esfuerzos festivos” en dar gusto a la panza y a la danza en las fiestas de la patrona, y reserven algo de fuerzas para cumplir el deseo de Nuestra Señora de Loreto en salir a hombros por su barrio marinero.


                                            Vicente Catalá Bover
                                             Septiembre 2012

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