No se trata de hacer el idiota o
el indio, como vulgarmente se entiende ésta expresión coloquial. Pertenece a
épocas pasadas y se trataba de un juego infantil. El juego de “hacer el fantasma”,
a falta de otra cosa mejor, era una diversión que consistía en disfrazarse con una sábana blanca
y embadurnarse la cara de blanco para sorprender y causar miedo a los niños, a
través de una inesperada aparición. Lo característico y curioso de éste juego,
es que no lo disfrutaban los pequeños,
sino los mayores. Estos eran los verdaderos protagonistas, y los que se
divertían a costa del susto que se le infundía al niño. Este entretenimiento de antes, en que el miedo
era el principal elemento de la diversión, está presente en la fiesta de Halloween, que
significa “vispera de todos los santos” y se celebra cada 31 de octubre Es la
noche de las brujas y los fantasmas.El Halloween, es una fiesta asociada a los
muertos, las almas en pena, las brujas y los hechizos. Tuvo su origen en Irlanda y fueron los emigrantes irlandeses
los que la implantaron en los Estados Unidos y es el equivalente pagano a
nuestro día de Todos los Santos. Cuando se habla de Halloween, se piensa en
maquillajes, fiesta, dulces y niños. La
semana pasada les hablé en estas páginas del homenaje a nuestros difuntos, que
coincide en el calendario con el Halloween, arraigado últimamente en nuestra
sociedad, procedente de los países anglosajones. Ambas fiestas, , tienen el
mismo sentido. El Halloween se basaba en que los muertos y sus espíritus
volvían a la tierra, y para su mantenimiento, los cristianos primitivos iban
mendigando por los caminos “pasteles de difuntos”, que consistían en trozos de
pan con pasas. Cuantos más pasteles recibieran los mendigos, mayor sería el
número de oraciones que rezarían por el alma de esos difuntos. La fiesta de
Halloween tiene su manifestación en disfraces de esqueletos, calaveras, vampiros,
máscaras y todo aquello capaz de producir terror, y relacionado con la muerte.
Hoy, se suaviza con la presencia de niños que recogen dulces y golosinas, que
recuerda a los antiguos pedigüeños. Los niños son los principales protagonistas
de esta fiesta y no se inmutan de ver esas horrendas imagines asociadas con la
muerte. Sin embargo, a los niños de antes, una
sábana moviéndose en lugar solitario y por la noche, perturbaba y
angustiaba el ánimo. Hacer el fantasma
era un juego de mayores para niños, donde los primeros disfrutaban y estos padecían.
Esta diversión necesitaba espacio para
la “aparición” del fantasma. Se solía
hacer en el campo y por la noche, con la complicidad de las sombras nocturnas, o
en casas grandes, con “cambra”, que era
el “escondrijo” de donde salían los ruidos y los fantasmas. Curioso que éste juego practicado por mayores
y dirigido a los pequeños, tuviéramos algunas dificultades los niños para
ponerlo en práctica. Teníamos que sacar la sábana de la cómoda y procurar no
romperla ni mancharla para disgusto de nuestras madres. Volviendo a estos
tiempos, el niño actual es incapaz de asustarse con éste inocente juego. El
niño de hoy es más receptivo para otra clase de juegos. Si el niño de ayer se
asustaba con el fantasma, el niño actual no cree en ellos, y se ríe. Estas
máscaras terroríficas del Helloween, no les causan ninguna sorpresa ni se inmutan.
Lo mismo ocurre con el cine de terror.En las películas de antes, realizadas en
blanco y negro, las escenas de terror nos infundían verdadera pavor. Hoy éste
género de cine, a los niños,
adolescentes y jóvenes les hace reír, y lo manifiestan a carcajadazas. Y es que
estas películas se hacen en color, que aunque ofrecen mayor realismo con los
desgarros, mutilaciones y chorros de sangre, el público infantil se lo toma a
guasa y cachondeo. Están en otra orbita. Al niño del siglo XXI, lo que le
absorbe el seso, le preocupa y teme son los hipotéticos enemigos invisibles de
las “maquinitas”, consolas y demás juegos y artilugios informáticos. Las
películas en color rebajan la intensidad y el efecto del espanto que producían
las rodadas en blanco y negro con sus sombras y
la complicidad de los efectos
especiales. Me vienen a la memoria películas como Las diabólicas, de Clouzot, o Psicosis
de Alfred Hitchcok, en donde el clima de
tensión, inquietud y suspense que producían, no tienen nada que ver con las
películas de terror de hoy, con mucha “sangre” o lo que es igual, más tomate
que la tomatina de Buñol.
Escribo para que no se pierda la historia, anécdotas... Sin olvidar mi Javea natal.
lunes, 29 de octubre de 2012
sábado, 20 de octubre de 2012
BEKENBAUER Y EL ARROZ CON COSTRA
Hecha la presentación del personaje, voy a presentar el plato
arroz con costra. Es un plato típico de Orihuela
y de Elche, que lo cocinan con algunas variantes respecto de los ingredientes
utilizados aquí en Jávea. Los ingredientes son carne de ternera, costillas de
cerdo, morcilla, blanquillo, patata, tomate y garbanzos, todo ello condimentado
en cazuela de barro al horno y revestido de la capa de huevo o costra.
Este plato de arroz estuvo de moda en los años 60-70, gracias a la
esmerada elaboración del mismo por parte de una de las ramas de la familia
Castelló de Jávea, que regentaron el restaurante “La Valls de Castelló”, situado
a unos pocos kilómetros de Jávea en dirección a Jesús Pobre, a la sombra del
Montgó. Esta familia estaba compuesta por el matrimonio formado por Vicente
Castelló y Maria Teresa, de cuya unión nacieron seis hijos llamados, Manuela,
Pepe, Jaime, Paquita Rosita y Teresa.
Este matrimonio, a principios de los 60 tomó en arrendamiento un terreno
rústico situado en la partida Valls, perteneciente a la Fundación del Asilo. Estos
terrenos, se componían de un sequero, un caserón y un riu rau. Este matrimonio
montó en la vieja casa un restaurante, con ambientación y decoración totalmente
rústicos, en donde la mayor parte del año se comía y se cenaba al aire libre,
en el lugar en que antigüamente la uva moscatel se doraba al sol hasta
convertirse en pasa. La calidad
gastronómica y el gozo del buen comer, unido a la tranquilidad y serenidad del Montgó, hicieron de este restaurante uno
de los lugares más apetecidos. Sus especialidades eran el arroz con costra, el
pollo a la almendra y las conocidas cocas del terreno. En aquellos 60, las
referencias gastronómicas de los restaurantes de Javea, en plan rústico y en
relación precio- calidad, eran “La
Valls de Castelló” y “La Calavera ”, en La Plana , en donde su
especialidad era el “pollastre espatarrat”. En plan más fino y de una mayor
categoría social estaban “Casa Lázaro”, en el Camí Cabanes y ”Villa Selina”, en
el Camí Vell de la Mar. Siguiendo
con el restaurante de “La Valls
de Castelló”, al jubilarse el matrimonio Vicente y Teresa, dejaron paso a sus
hijos Manuela y Pepe Castelló, que lo regentaron junto con el hijo de éste
ultimo Guillermo durante unos años. Con el tiempo la familia Castelló rescindió
el arrendamiento de la partida Valls, para instalarse en el paseo de la playa
del Arenal que en los principios de los 70 empezaba a poblarse de
establecimientos de hostelería como cafés, bares y restaurantes.
Vuelvo a Benkenbauer. Como todo el mundo conoce, en los años 60 con la llegada del turismo, las empresas dedicadas a la promoción inmobiliaria (VAPF, Toscamar, Caleta,
Vicente Catalá Bover
Agosto 2012
“ESCRIBO PARA QUE ME LEAN” (PIO BAROJA)
Una de las tareas escolares que
se imponían en el bachillerato, según el
plan de estudios de los años 40-50, era la redacción literaria. Como los
lectores no ignoran, en Jávea al finalizar la década 1940, después de la guerra
civil, a nivel de educación escolar solo
había tres o cuatro escuelas nacionales, distribuidas entre el pueblo y Aduanas
del Mar, desempeñadas por maestros nacionales. En el año 1947, un grupo de
padres de familia encabezados por José Font Marzal, secretario del Juzgado y
Andrés Lambert tras varios contactos y reuniones promovieron la creación de una
academia que se llamó Jesús Nazareno, regida por una especie de patronato de
hecho, con una junta directiva. Con ello se culminaba una necesidad del pueblo
a fin de que los jóvenes que habían superado su etapa en educación primaria
tuvieran la oportunidad de cursar el bachiller, y poder acceder a los estudios
universitarios.
Los primeros profesores de la
academia, en su fase inicial, fueron reclutados entre los maestros nacionales
del pueblo, y en mi memoria, sin ánimo de agotar el cupo, recuerdo a D. Jesús
Montaner, D. Ángel Ribes, D. Bernardo, Dª Ángeles López, D. Andrés Lambert, D. Ángel
Palencia…Este último, corpulento y de carácter fuerte, cuando no te sabías bien
la lección o errabas, sacaba su genio y te soltaba: “¡y un huevo frito,...estás
hecho un dátil!”, palabra para designar
a una persona disipada. Cuando se ausentaba o enfermaba algún profesor, su
vacante era ocupada provisionalmente por alguno de los alumnos más mayores y aventajados (los listos), que
cubrían la baja del profesor. Este era
el caso de los “alumnos profesores” Juan Bertomeu Grau, Vicente Marzal y
Cristóbal Bolufer. El primero estudio peritaje industrial en Alcoy, estuvo
destinado en la refinería de Escombreras en Cartagena y la muerte les
sorprendió muy joven. El segundo, al acabar sus estudios se dedicó a
regentar su empresa de armería, y
falleció en 2010. El último, el hijo del “tío Blay del Sindicat” estudio la
carrera de Magisterio y ejerció la docencia hasta su jubilación.
Uno de los profesores contratados
fue D. Mariano López Alarcón, murciano y excelente persona, que ocupaba el
cargo de Juez Comarcal, al que se le encargó la asignatura de Lengua y
literatura española. Recuerdo que un soleado día de febrero nos impuso la tarea
de hacer una redacción sobre el tema “Los almendros en flor”, pues ya se sabe
que en ese mes, aquí florecen los almendros ofreciendo una estampa que da colorido y belleza al paisaje.
Cuando yo apunté en mi libreta el título de la redacción y llegué a mi casa y
puse los codos sobre la mesa no se me ocurría nada ni sabía como comenzar. Era
el momento de echarse en los brazos protectores de la madre. Le pedí que me
ayudara y sacara del apuro, porque a mis doce años temía hacer el ridículo ante
mis compañeros de clase. Mi madre, que tenía algunos años de instrucción
recibida en el colegio de Loreto en Valencia, desplegó su manto maternal y se
puso manos a la obra, haciéndome la redacción, que pasé a limpio. Al entregarla
al día siguiente a D. Mariano, éste nos dijo que los calificaría y diría cual
de todos los trabajos serían los dos mejores. Como yo no había hecho ningún
esfuerzo, no tenía estímulo ni esperanza de ganar. El profesor, al día
siguiente, al iniciar la clase nos
indicó que todos los trabajos eran
aceptables, y el nivel medio era bueno, por lo que nos animó a seguir en el
buen camino. Todos escuchaban con atención y ansiedad esperando el resultado,
menos yo, que reconocía que “mi redacción” no tenía ningún mérito. El resultado
fue el siguiente: el mejor trabajo se lo llevó un compañero que no recuerdo quien fue, y el segundo mejor
redactado, oh!, ¡sorpresa… tierra trágame, fue “el mío”! ¡Mi madre se había llevado el
premio! Me puse colorado de vergüenza. Desde entonces, hasta hoy me propuse que
mi madre “ no ganara” más veces.
Vicente Catalá Bover
Agosto 2012
LO QUE NECESITA LA VIRGEN DE LORETO
Terminaron las fiestas 2012 en
Aduanas y he percibido que la Virgen necesita y solicita que la lleven a hombros
sus marineros/as, cuando sale a visitar su barrio. Quiere ser igual que el Nazareno
cuando se asoma al pueblo al bajar del Calvario. Sin ánimo de crítica hacía la
comisión de fiestas y peñas, quiero expresar mi opinión sobre éste tema.
Salir a hombros es una expresión
de júbilo y reconocimiento que se tributa a alguien por sus merecimientos. En España salen a
hombros los santos y, salvando las distancias, los toreros.
En ésta villa, las manifestaciones
de máxima veneración religiosa se centran en la devoción al Nazareno, protector
del pueblo y en la Virgen
de Loreto patrona de los marineros/as. En el ámbito de la religiosidad y del mundo del espectáculo, en este país
(todavía llamado España) el cargar a hombros una imagen religiosa, sea santo o
santa, patrón o patrona, tiene un doble motivo de fervor religioso: primero,
para el que lleva las andas ésta acción le transmite la sensación de orgullo y
satisfacción de portar a su patrón/a y segundo, el efecto de contagio fervoroso
que produce al público este acontecimiento. Sin querer frivolizar, cuando un
torero sale a hombros de una plaza sintetiza y resume el
entusiasmo y admiración de los aficionados hacia el diestro. No nos imaginamos
que las imágenes sagradas de la Virgen de la Macarena o el Cristo del
Gran Poder de Sevilla y las de otras ciudades y pueblos que celebran la Semana Santa sean
arrastradas por medio de ruedas. Para esa labor están los costaleros, hombres
esforzados que rivalizan por alcanzar el privilegio de cargar sobre sus hombros
los pesados y venerados tronos, para la que se han preparado, sometiendo su
cuerpo a entrenamientos de resistencia. Si la adversidad atmosférica impide la
procesión, los cofrades y costaleros lamentan y lloran de impotencia al ver
frustrada la ilusión de todo un año. El llevar a hombros una imagen sagrada
transmite fervor, emoción y entusiasmo al público que presencia el
acontecimiento. Lo mismo que en Sevilla, y otros lugares, como he dicho, no se
concibe que los pasos sean movidos por ruedas. Aquí en Jávea tampoco nos
imaginamos que el Nazareno suba y baje del Calvario sobre ruedas. Hace muchos
años cuando aún existía el servicio militar obligatorio, era costumbre que los
portadores del Nazareno fueran los soldados de la villa que estaban prestando la mili. Para
ello el alcalde, se dirigía mediante oficio a los coroneles de los distintos regimientos
militares, solicitando la concesión de permisos a los soldados de Jávea para
trasladarse al pueblo y cumplir con la
tradición. Los soldados pertenecían a distintas guarniciones y armas, y el
pueblo veía con gusto y complacencia a sus soldaditos cumplir con la gratísima
“obligación” de portar a hombros a Jesús Nazareno. Hoy desaparecido el servicio
militar son los miembros de la cofradía los que se disputan tal honor.
Del pueblo nos vamos al Mar, para
hablar de Nuestra Señora de Loreto, y yo me hago la siguiente reflexión: los
marineros o lobos de mar, acostumbrados a los riesgos y peligros de su
profesión, se caracterizan por ser fuertes y resistentes en las duras faenas
que realizan a bordo, sometidos a los caprichos del mar. Si los marineros tienen
fuerza y resistencia física, ¿qué les impide llevar sobre sus hombros a su
patrona?. Esto vale igual para las marineras, por su devoción y entrega a la Virgen. Si estuviéramos
hablando del gremio de farmacéuticos, por ejemplo, o de abogados, o de cualquier
otra actividad humana, en la que prima el esfuerzo intelectual, es normal que
los músculos no estén acostumbrados a tales esfuerzos, y utilicen ruedas para llevar
a su patrón. No es este el caso. En resumen, así como cargar a hombros a una
persona transmite la admiración hacia la misma, el hecho de portar una imagen
sagrada transmite al público la excelsitud de la misma. Ambas situaciones se convierten
en emoción colectiva.
Un consejo: Controlen los
marineros y marineras sus “esfuerzos festivos” en dar gusto a la panza y a la
danza en las fiestas de la patrona, y reserven algo de fuerzas para cumplir el
deseo de Nuestra Señora de Loreto en salir a hombros por su barrio marinero.
Vicente Catalá Bover
Septiembre
2012
EL CARÁCTER IDENTIFICADOR DEL APODO
Desde tiempos inmemoriales, y
en las sociedades tanto urbanas como
rurales, el uso del apodo ha estado muy popularizado y arraigado, pero más en éstas últimas, debido entre otras
causas, a un mayor acercamiento e intimidad entre los vecinos de éstas
comunidades, lejos de las aglomeraciones de las grandes urbes, donde el
distanciamiento entre sus habitantes es notorio y normal.
En los núcleos de población
pequeños, los vecinos de los mismos se
conocen más por el mote o “malnom” que por su nombre y apellidos correctos.
Normalmente cuando una persona del pueblo es conocida por un apodo, éste recuerda
e identifica a las generaciones anteriores, ya que el “malnom” se transmite de
padres a hijos en .línea descendente. El apodo permanece estable a través de
los tiempos, y la mayoría de vecinos se guían y orientan por el apodo de esa persona,
ignorando en muchos casos el nombre y apellidos de la misma aún conociéndose
toda la vida, e incluso siendo vecinos.
Como el apodo no es elegido por
el interesado, sino por el entorno social en que se desenvuelve el mismo, hay distintos
grados de aceptación del “malnom” impuesto al individuo... A unos les encanta y
se sienten orgullosos de llevarlo porque entre otras razones, perciben y sienten
el recuerdo nostálgico de sus queridos antepasados. Es el caso de los “sabata”,
“pelut”, “chirivita” “pachanca”, “chispa” “sarró” “pipa”“neveter” “sanroc”
“gallo”… y cientos mas. A otros les resulta indiferente y no muestran gran satisfacción
cuando son reconocidos y nombrados por su mote. Finalmente existe el grupo de
familias que se sienten molestos cuando se les recuerda su “malnom”. Otros, sin
embargo lamentan que su apodo se haya perdido u olvidado, como es mi caso, pues
mis antepasados eran conocidos como “Gostinets”. En general puede decirse que
el “malnom” es gratificante y satisfactorio para el titular de ese mote.
Quiero contarles una
experiencia, provocada por mí, para comprobar la efectividad del “malnom” como
elemento identificador de las personas. Hace unos días estábamos reunidos en
uno de los bares del mercado municipal, tres “viejos” amigos comprendidos entre
los 75 y los 85 años y un servidor. Los tres amigos se conocen a través de sus
largas vidas y yo les conozco a esos
tres por sus nombres, apellidos y motes. La prueba consistía en que yo diría el
nombre completo de cada una de las tres personas (que estábamos reunidos, a los
que previamente había pedido silencio hasta que terminara el juego). Pronuncié,
como he dicho, uno por uno los nombres de los tres reunidos, y ninguno de ellos
(excepto el interesado, claro está) me supo decir quienes eran los otros dos
nombrados, añadiendo que por esos nombres “no caían” en ese momento quienes
eran los citados por mí. La solución era la siguiente: los reunidos eran
Francisco Bas Gisbert, “L`alemá” (panadero), Francisco Devesa Pascual “Carrasco”
(hostelero) y Francisco Diego Vives, “Mosensol” (pelotari). Estos personajes, se
conocen entre ellos y son populares, y a pesar de verse y tratarse con cierta
frecuencia fueron incapaces de identificarse y “conocerse” por sus apellidos
(que siguen desconociendo) y solo se conocen por el mote, ¿curioso, verdad?
Conocidos por el apodo, y desconocidos por los apellidos. He ahí la fuerza
identificadora del “malnom”.
Vicente Catalá Bover
Septiembre 2012LAS VISITAS
La visita es un acto de cortesía
familiar y social que se practica entre ciudadanos y familiares. Antiguamente
se practicaban mucho las visitas de cumplido o de cumplimiento en la sociedad y
en la familia. La visita de cumplido es la que se realiza como muestra de
familiaridad y de respeto. En el ámbito familiar,
si los hijos vivían fuera del domicilio paterno visitaban por cumplido a sus
padres, y a los padres de éstos, es decir a los abuelos. Aquí me quiero centrar
en las visitas que se realizan a los abuelos. Hoy va siendo extraña esta
afirmación y en desuso ésta
manifestación familiar de visitar a los abuelos
porque éstos se han integrado en el núcleo familiar de sus hijos. De hecho ya
no existe este fenómeno. Las circunstancias y los cambios en la sociedad actual
han invertido éstos usos y costumbres de familia. La intervención del abuelo en
la familia de sus hijos ha hecho desaparecer la “obligación” de visitar a los
abuelos. Son ahora los abuelos los que visitan a los nietos, cuya relación
parental ha generado un régimen familiar
distinto al que conocimos los mayores.
En
mi niñez una de las obligaciones que imponían los padres y que figuraban en
el código de cortesía familiar era la de
visitar a los abuelos para no perder el lazo de familiaridad y de contacto con
los mismos. Si la visita se demoraba, los abuelos se impacientaban y mostraban
su disgusto a los padres, culpándoles de no llevarles a los nietos. Los cambios
socio-económicos han determinado que la relación abuelo-nieto sea más intensa
que antes. Hoy los abuelos prestan un servicio impagable a sus hijos, del que
se benefician las dos partes; los abuelos, porque sienten renacer la ternura que
tuvieron hacia sus hijos, y los hijos porque se sienten aliviados y socorridos
en su tarea educacional y económica. Mi madre, que era muy religiosa, tenía dos objetivos
en ésta vida: la educación religiosa de sus cinco hijos y el fomento de la
unión familiar. Tan fundamental era ir a misa los domingos y fiestas de guardar
como visitar a los abuelos y resto de la parentela. Nos avisaba de esta manera;
“Niños, vestiros y arreglaros que hoy vamos a ver a la abuela”. Muchas veces, embrutecidos en nuestros juegos de saltar y brincar, no nos apetecía ir de
visita, porque había que cambiar el retozar por la compostura y el saber estar
ante la abuela. Durante la visita dábamos buena cuenta de la merienda a base de
pan y sobrasada que nos preparaba con mucho primor Francisca Buigues, la fiel criada
y buena cocinera de mi abuela Concha Cruañes. Teníamos que cubrir el trayecto
(a pie) desde el Montañar hasta la
Mesquida , en la cuesta
de S. Antonio, donde estaba y está la casa de mi abuela. Mis padres y los cinco
hijos, todos mudaditos y bien peinados
íbamos a “cumplir” con nuestra abuelita. En verano, nos permitían el
desahogo de jugar en el jardín y en el riurau. En invierno, jugábamos dentro de
la casa y en la cambra repleta de pasa, en donde nos revolcábamos encima de la
misma. Si la visita terminaba tarde, mi abuela nos daba un farol alimentado con
aceite y una mecha para alumbrarnos en el regreso a través de sequero, y de la
oscuridad de Aduanas así como de la carretera del Montañar (sin asfaltar
todavía).
El
contacto actual entre abuelos y nietos y
la dependencia entre los mismos, ha sido definida por el profesor Juan Bta.
Codina como el ejercicio de “la abuelidad” (término aún no recogido en el
diccionario). Yo por mi parte, este fenómeno lo calificaría en términos coloquiales
de “yayidad” (de yayo, abuelo). Se podría definir esta relación de parentesco
como “la capacidad, entrega y cariño de los abuelos en hacerse cargo de los
nietos, en apoyo de sus hijos en determinados momentos puntuales del día o en
periodos más duraderos”.
Hoy en día, lo único que se conoce como visita, es la inevitable
visita al médico. La visita como acto social y familiar
ha desaparecido de la sociedad. La tecnología actual con el invento del
teléfono móvil y la posibilidad de verse los interlocutores en pantalla, han
desplazado el uso y costumbre de la visita. ¿Qué finalidad tiene la visita? En
resumen, antes los nietos estaban fuera de la órbita familiar de los abuelos y
hoy los abuelos están integrados dentro del círculo de los nietos.
Vicente Catalá Bover
Agosto
2012
EL “MALNOM” (APODO, MOTE)
Hace unas semanas, estuve hablando
en Aduanas del Mar, con dos mujeres de conocido arraigo popular, cuyas familias
han venido arrastrando desde sus antepasados un “malnom”, mote o apodo, que el
desuso y el olvido han dejado fuera de la comunicación verbal, y se lamentaban
de haber perdido ese dato o signo de identidad. Esta conversación me ha llevado
a hacer unas reflexiones sobre el uso del “malnom”.
El “malnom”, (en castellano, apodo o
mote), es un nombre que se aplica a otro nombre, formando un sobrenombre. Es un
nombre que suele aplicarse a determinadas personas, tomándolo de sus defectos
corporales, de un oficio o de alguna circunstancia especial de esa persona.
Según el Código civil, el nacimiento
determina la personalidad, y esa personalidad queda acreditada ante la sociedad
por la imposición de un nombre en el Registro civil. La personalidad está
integrada por un conjunto de cualidades, sentimientos y tendencias, las cuales
inducen o invitan a la gente a atribuir el apodo a esa persona. Así, por
ejemplo, “Sabata”, hace referencia al zapato, “Rull”, al pelo rizado,
“Neveter”, al recogedor de nieve…etc. Es decir, el primer nombre con sus
apellidos, lo impone la ley; el segundo nombre, el “malnom” o apodo lo impone
la sociedad, con mayor o menor acierto y por supuesto con mayor o menor
aceptación por parte de la persona “bautizada” o afectada para toda su vida.
En los núcleos urbanos
pequeños, y poblaciones en donde todos
los vecinos se conocen, los apodos resultan muy eficaces para la identificación
y localización de las personas. Es más, a veces en pueblos de un respetable
número de habitantes, los apellidos más corrientes se repiten y se ramifican
entre muchas familias. Aquí en Jávea, ocurre con los Sapena, Bas, Buigues,
Bisquert, Torres, Mata, Bolufer… y otros. Todas estas familias tienen distintas
ramas y para localizar a cualquier individuo de ellas, es más fácil su
identificación a través del apodo, ahorrándose de ésta manera explicaciones y
evitando la necesidad de subirse al árbol genealógico familiar.
Los que han venido aceptando y
asimilando de buen talante el apodo familiar heredado de sus antepasados, se
sienten satisfechos con esa forma de identificación. Ese “malnom” transmitido de
generación en generación, va calando en la persona y acaba convirtiéndose en
circunstancia entrañable y nostálgica.
Hoy, en los tiempos modernos, con
los avances y la distinta forma de vivir y de relacionarse los vecinos de una
población, han determinado en parte el
desuso del apodo para identificar a
personas y familias. Al no utilizarse el apodo, éste acaba perdiéndose. Tengo
comprobado que en cuanto me encuentro con personas mayores, y me dirijo a ellas
haciendo uso del sobrenombre, noto en ellas cierta satisfacción al oír el apodo
que les han legado sus mayores. Esto es lo que me ha pasado, con éstas dos
mujeres, de que les he hablado al principio de estas líneas. Añoran sus apodos,
porque éstos forman parte de su familia.
Hay personas en el pueblo que son más conocidas
por su apodo que por sus apellidos. Mucha
gente a base de usar el apodo, se desentiende de éstos y llega un momento en
que tiene que pensar para acertar el apellido de esa persona. Los que se
conocen de forma superficial, solo conocen del otro el apodo y se les pone en
un aprieto si les preguntas por el apellido de la misma. A lo largo de la
historia local, han habido personajes populares, que por su gracia,
espontaneidad y otras manifestaciones personales se han hecho de querer y respetar.
Siento tentación de nombrarles, pero prescindo de dar sus apodos, por dos
razones: primero, porque puedo omitir a alguno, y en segundo lugar, porque el
mote no sea del agrado familiar.
No todos han acogido con
sereno consentimiento o conformidad el mote que les ha sido endosado y que han
tenido que soportar durante toda su vida, procurando que sus descendientes no
hereden el mismo. Estas familias, que nunca han aceptado el apodo, se ven
impulsadas al rechazo por tratarse de nombres denigrantes, infamantes o despectivos,
procedentes muchas veces de acciones indignas o vergonzosas.
Entonces, en estos casos, el tema se
convierte en algo sensible, delicado y por tanto resbaladizo, en donde es
fácil, y sin querer, cometer el desliz de molestar u ofender a la persona portadora
de ese mote. En estas circunstancias y ante casos de dudosa aceptación del
apodo hay que tener la habilidad de no incurrir en el error de mencionarlo.
Para terminar, una curiosidad.
Javea, siempre ha tenido dos núcleos de población claramente diferenciados; el
casco antiguo, de tradición agrícola, y Aduanas del Mar, de vocación pesquera.
Pues bien, las gentes del pueblo tienen sus “malnoms” y los marineros tienen
los suyos. Por el mote, se puede saber de donde procede esa persona.
Vicente Catala Bover
jueves, 20 de septiembre de 2012
Gracias al Semanal Javea por sus palabras...
"Este número de Semanal es especial para mí por el motivo de que nuestro colaborador incansable Vicente Catalá Bover ha vuelto a participar en nuestras páginas. Sin él el Semanal no era el mismo. Sin sus anécdotas e historias de Xàbia muchas personas me preguntaban: ¿qué ha pasado? ¿por qué no escribe Vicente Catalá? Los lectores del Semanal y el equipo que lo formamos le echábamos de menos.
Vicente, desde aquí te doy las gracias por ese esfuerzo que supone: pensar, investigar y plasmar, como tú lo sabes hacer, y de esta manera enriquecernos a todos con historias de nuestro pueblo que sin ti caerían en el olvido o, lo que es peor, no se llegarían a conocer. Gente como tú, Vicente sois los que hacéis el Semanal. Vuestras vivencias son importantísimas para todos nosotros y nos dais ánimo, ejemplo y fuerza para continuar.
No hay ni una semana que no piense en nuestro colaborador, fallecido el 27 de julio de 2010, al que todos los javienses conocían, Don Juan Ortolá Segarra. Él se fue pero su espíritu continúa latente de este modesto Semanal que fue suyo durante tantos y tantos años. Muchos de los lectores estarán de acuerdo conmigo. Le doy las gracias siempre pues fue un verdadero ejemplo para mí. Vicente, tú también lo eres. Y también lo son Manuel Herranz, Juan Legaz, Juan Codina, partícipes como tú de la vida de esta revista y de la vida de Xàbia.
Muchas gracias por volver, te echábamos de menos."
Feliz cumpleaños papá!!! 23 sept. 2012
♫♫♫ Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos... CUMPLEAÑOS FELIZ ♫♫♫
¡FELICIDADES PAPÁ!
Como bien dijeste en el discurso de tu jubiliación, empezaste tu carrera profesional en mula, has acabado con el ratón...¡y hasta creando un blog!
Muchos besos papá!!!
Te quiere, tu hija.
¡FELICIDADES PAPÁ!
Como bien dijeste en el discurso de tu jubiliación, empezaste tu carrera profesional en mula, has acabado con el ratón...¡y hasta creando un blog!
Muchos besos papá!!!
Te quiere, tu hija.
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