El territorio
que comprende el término municipal de Jávea, está formado por colinas, llanuras
y salientes al mar que definen su relieve terrestre y determinan la belleza de
la misma. Las colinas son los tossals (grandes y pequeños), las llanuras son el
Pla y la Plana, y los salientes son los
cabos San Antonio, San Martín, Negro y La Nao que conforman el litoral. El paisaje de los
suaves montículos, y el perfil que ofrecen las calas de aguas transparentes
protegidas por los cabos, son la tarjeta de presentación que la naturaleza
ofrece a propios y extraños. Si los accidentes orográficos que determinan la
personalidad de la villa son conocidos por la historia o tradición local, hay otras
deformaciones del terreno, cuyo nombre se desconoce, como es el caso del lugar El Trencall, integrado en la partida de
La Guardia. El origen y el significado de la palabra Trencall es tan confuso e
incierto como lo puedan ser las palabras Xàbiga, Xàbia o Montgó. El diccionario
de la lengua valenciana nos dice que “trencall” es “rompent”, “trencant”, y
sobre esta cuestión la versión comúnmente aceptada es que es una irregularidad
del terreno entre dos planos a distinto nivel. Así pues, se define el Trencall
como una irregularidad del relieve terrestre que arrancando de una llanura,
asciende y se eleva en forma brusca para alcanzar una altiplanicie o meseta de
mayor altitud llamada Partida de la Guardia, desde la cual se divisa la belleza
marina de la bahía y el boscoso llano del Plá.
El Trencall, en cierto modo, “rompe” la fisonomía del entorno. Romper,
en valenciano es “trencar”. De ahí la significación de la palabra. En el
Trencall se abrió un camino de carros agrícolas para ascender a la Guardia o
descender al Pla. Téngase en cuenta que la carretera que conduce al cabo de La Nao , empezó a construirse en
1916. Antes de esa fecha, solo existían caminos de herradura para acceso a la Guardia. Al mencionar éste lugar, hay que
hacer un poco de memoria histórica. Durante buena parte del siglo XIX, España
estuvo envuelta en las guerras de América y Marruecos para la defensa y conservación
de sus colonas. Para el sostenimiento del ejército en tan lejanos frentes,
recurrió a la venta de algunos de sus bienes patrimoniales. Uno de ellos fue el
monte La Guardia, de propiedad estatal, con una extensión de siete millones de
metros cuadrados, equivalentes a 8400 hanegadas, con abundantes aprovechamientos
de madera, caza, y pastos. Esta finca fue adquirida por dos acaudaladas familias,
los Bolufer y los Bañuls (luego,
Benimeli). Los primeros se adjudicaron la parte Este, hasta las estribaciones
del cabo de La Nao
y los Bañuls la parte Oeste hasta la cala de la Granadella. Estos nuevos
propietarios cedieron a los vecinos el derecho de pastar y hacer leña en los
mismos. En los años 70, en pleno desarrollo turístico, se creó la sociedad
Pozos Reunidos, constituida por Pedro Benimeli, Eduardo Ballester y Antonio
Catala, y cuya finalidad era la construcción de chalés. El primero de los
socios, aportó parte de sus terrenos de La Guardia, y los otros el agua de sus
pozos. Con estos componentes, promovieron la urbanización Costa Nova, integrada
dentro de la Guardia y de la zona del Trencall.
La
progresiva evolución de la Urbanización
Costa Nova, determinaron que el matrimonio José Crespo Serrat (“Cuarteró”), un
asalariado jornalero agrícola e Isabel Bisquert Sapena, una hacendosa mujer ama
de casa, guiados por una predicción de futuro, invirtieron sus ahorros en la
compra de una parcela a Pozos Reunidos. En ella construyeron un restaurante, al
que denominaron El Trencall, por
estar dentro de la Urbanización Costa Nova. El emprendedor matrimonio, se aplicó
en el negocio, ella cocinando paellas y
él sirviéndolas, a una clientela integrada en buena parte por albañiles y
operarios del ramo, que estaban construyendo los chalés de la naciente urbanización.
Los adquirentes, nacionales y extranjeros, de estos chalés, se convirtieron en
los nuevos clientes del establecimiento. Al jubilarse el matrimonio fundador,
dejaron paso a sus vástagos Juan, Teresa y José Miguel, que creciendo en un paisaje y aromas de pinos
adquirieron la destreza de su madre en el manejo de las trébedes. Hoy, se da el
caso curioso que decir Trencall, esta palabra se asocia más al restaurante, que
al lugar de la Guardia que dio nombre a éste. El restaurante, ha absorbido, se
ha “comido” la denominación del paraje donde se construyó.
Agosto 2013