… que relucen
más que el Sol, Jueves Santo, Corpus Cristi y La Ascensión ”, se decía antes.
Hoy por razones políticas, estos tres días han dejado de lucir. La fiesta del
Corpus, es la fiesta en honor de la Eucaristía.
Era la solemnidad del Cuerpo de Cristo, una fiesta instituida
en el siglo XIII por el papa Urbano IV, que fijó su celebración el jueves
siguiente a la Octava
de Pentecostés. Esta fiesta, se celebraba con mucho fervor en todos los pueblos
y ciudades de España, pero sobre todo en Toledo, vieja capital imperial, en la cual, ese día se concentraba el poder
eclesiástico, representado por el Primado y el poder político encabezado por el
Caudillo Franco, que presidía junto con el Cardenal la solemne procesión del
Corpus, cubiertos bajo el palio catedralicio. Toda esta solemnidad religiosa
tenía su fundamento en que antes de la promulgación de la Constitución de 1978,
el Estado declaró que la Religión Católica ,
Apostólica y Romana era la oficial del Estado español. A partir de 1978, el Gobierno,
al acoplar el calendario laboral y en su condición de aconfesional suprimió
esas tres fiestas. El jueves Santo, el Corpus y La Ascensión , la Iglesia los ha trasladado del
jueves al domingo siguiente. En estas líneas, quiero reflejar cómo se celebraba
en Jávea el Corpus hace cien años. Para ello, me he servido de una publicación,
un librito de 38 páginas, Recuerdos de
mis excursiones, publicado en 1915 por el pintor de Alcira Salvador Abril
Blasco, después de la visita que hizo a esta villa. Este pintor fue
contemporáneo de Joaquín Sorolla, pues tenían casi misma edad, nacidos en 1864
y 1863, respectivamente. Más adelante relataré,
la descripción que hace Abril de la procesión del Corpus local.
Hace un par de
años, en éstas mismas páginas hice alusión a este tema, pero hoy lo redondearé
con otros datos. Este artista alcireño, y un amigo llamado Alfredo, decidieron
en el mes de junio de 1915, efectuar una visita a Javea, que no conocían. El
viaje lo emprendieron de madrugada en la estación de trenes del Norte, de
Valencia. En Carcagente, hicieron trasbordo al ferrocarril de Denia, y se
apearon en Vergel para tomar la diligencia que les conduciría a esta villa. A
la anochecida, el carromato con sus castigados viajeros hacia su entrada y
final de trayecto en la placeta del Convent. Un viaje de sol a sol. Tuvo éste
pintor dos anfitriones de reconocido arraigo, que le hicieron grata su estancia
en el pueblo. Ellos fueron, un acomodado agricultor, Manuel Bas, cuyo hijo Pedro
era discípulo del maestro pintor, y con el tiempo, el alumno fue el padre del
bibliófilo e investigador Manuel Bas Carbonell. El otro anfitrión, Julio Truhanes
Soler, antepasado mío, era
terrateniente, abogado, y diputado provincial por Denia y Callosa de Censaría,
del Partido liberal de Canovas del Castillo. Era soltero, y vivía con su
hermana Pura, en la calle Canovas (hoy barrer
Engrenyó).
Tanto Bas,
como Cruañes, pusieron todo el empeño por su parte para que la estancia del
artista fuera lo más agradable. Así como la visitas de Sorolla, descubridor de
la luz y belleza del paraíso javiense, tuvo fases prolongadas, en las cinco
ocasiones en que visitó la villa, el pintor Abril, tuvo menos ocasiones. De vez
en cuando, ambos pintores eran acogidos por Julio Cruañes, en su casa de la Mesquida de les Pedres,
encima del puerto.
Quiero hacer
un pequeño resumen del librito Recuerdo
de mis excursiones para que vean con que cariño y hospitalidad, Manuel Bas
y Julio Cruañes, trataron de agradar al pintor y a su acompañante en su escapada a esta villa. Al programa de
excursiones programado por sus dos anfitriones no le faltaba nada. Para
empezar, y una vez acomodados ambos
viajeros en la fonda, Manuel Bas, les obsequió en su casa con una buena cena a
base de chulletes y vinet del país,
según dice el libro. Fijado el programa y el itinerario a seguir en los
próximos días, se fueron a descansar sus fatigados huesos. Este programa tenía la
particularidad de dar a conocer a estos forasteros las bellezas del litoral desde
una embarcación. Gracias a la buena
amistad y relaciones que tenían ambos personajes de Jávea, un marinero de
Triana, llamado Toni, puso a disposición de los mismos su “llaut”, de cuatro
remos llamado “Dengue”, con una tripulación de cuatro esforzados hombres
encargados de la dura tarea de bogar durante horas, a brazo partido sin ayuda
de velas ni motor. La primera excursión marítima se hizo a la Cova Tallada. De ella y de las
demás singladuras les hablaré la semana que viene.
Mayo 2013
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