domingo, 22 de septiembre de 2013

“TRES DIAS HAY EN EL AÑO…" (2)

… que relucen más que el Sol, Jueves Santo, Corpus Christi y La Ascensión”. El Corpus,  era la fiesta mayor, solemne y oficial de los pueblos. La semana pasada  les contaba que el pintor valenciano Salvador Abril, con motivo de su  visita a Jávea en junio de 1915, escribió un librito Recuerdos de mis excursiones, en el que  Manuel Bas y Julio Cruañes fueron anfitriones del mismo, y al que hicieron grata su estancia en la villa. La primera excursión marítima se hizo a la Cova Tallada, en donde el pintor, les dijo a los excursionistas, que el rey Felipe III, cuyo valido era el Marqués de Denia, Francisco de Rojas Sandoval, en su viaje de 1599 a dicha ciudad, había visitado la cueva, y se colocó una inscripción conmemorativa en latín que con el tiempo ha desaparecido. El pintor llevaba siempre consigo su caja de pinturas e iba tomando apuntes del paisaje.

La segunda excursión tuvo como singladura toda la costa, desde el embarcadero del puerto, hasta la cala de la Granadella,  a base del esfuerzo de los  cuatro remeros. Nada más doblar el cabo San Martín, y adentrarse en aguas más profundas, se levantó marejada y el bote, fuertemente impulsado por los remos, tomó rumbo al Sur, y salvando la isla del Portichol, y el Cabo Negro, se plantaron en aguas del cabo La Nao, en donde les esperaban las maravillosas cuevas allí existentes, en las cuales se adentraron para el placer y gozo de los sentidos. Al salir de las mismas, el mar agitado y en condiciones desfavorables, daba fuertes bandazos a la barca, que gracias a la pericia de Toni, como capitán y a los cuatro tripulantes pudieron salir indemnes de la situación. Julio Cruañes afirmaba “Entre tantos pintores que he visto trabajar en estas costas, jamás vi ninguno que lo hiciese en estas condiciones”. Las olas embravecidas –cuenta el pintor- iban  en aumento, y Toni aconsejó buscar refugio para el “Dengue” y sus ocupantes. Lo hicieron en la playa de la Granadella, oculta entre grandes rocas. Seguros allí, y después del arròs abanda con su indispensable all i oli condimentado por Toni, se echaron una siesta panza al cielo. Al rato, el mar encalmó y pudieron regresar felizmente, sin los imprevistos  de la mañana. Concluida la excursión, al día siguiente se celebraba la  fiesta del Corpus. Para  mayor veracidad,  reproduzco textualmente los recuerdos del pintor Salvador Abril sobre  la solemnidad de la procesión.

 “D. Julio, que siempre se desvivía por procurarnos amena distracción, nos hizo ir al Casino, donde tomamos café, e invitándonos a ver la procesión del Corpus, que había de pasar por su casa.  Los balcones competían acumulados de macetas llenas de flores, y engalanados con elegantes colgaduras de ricos damascos, y los más humildes, con bonitos cubrecamas hechos de punto de gancho por las habilidosas mocitas, y adornados con cintas de colores vivos…la belleza que ofrecían aquella pléyade de encantadoras jóvenes que, vestidas con mil galas, respiraban auras de amor y de contento. Otras, en las grandes rejas de plantas, departían afanosas con sus arrogantes novios. Llegamos a la calle de Cánovas (hoy Engrenyò),  entramos en la casa de D. Julio, y saludamos a su cariñosa hermana y demás personas que ya le esperaban. Nos obsequió éste y pasamos a su despacho donde una descomunal reja nos separaba de la calle…las campanas alegres amenizaban la fiesta… Lo primero que desfiló fue la Enramá con sus carros adornados. Pronto se dejaron oír el tabalet y la dolsaina. Abría la comitiva una gran bandera, a la que seguían las Hermandades y Cofradías,…llevaban preciosas imagines…seguía a estas la Cruz parroquial y el Clero, entre niños vestidos de ángeles…el incienso envuelve el espacio…y cae gran lluvia de flores sobre el palio que cubre el Santísimo…Siguen los Clavarios, las Autoridades locales, de la Marítima y Cuerpo de Carabineros. La Banda ejecuta una majestuosa marcha de carácter clásico, cerrando el cortejo una Compañía de Carabineros con el ramito reglamentario del caso, y a continuación van los Alguaciles llevando los sombreros de las Autoridades y de los representantes del elemento oficial. Detrás aún sigue una masa compacta de mujeres que, en cumplimiento de promesas que hicieran, van en su mayoría descalzas. Las campanas lanzadas al vuelo formaban una armónica confusión con la Marcha Real y las aclamaciones, cánticos y vivas de la multitud”. Ese era el Corpus de hace cien años.


                                              Mayo 2013

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