lunes, 10 de marzo de 2014

ALCALDES SIN CALLE


No todos los alcaldes que han presidido la corporación local tienen dedicada una calle, para memoria de su pueblo. Repasando la historia reciente de la villa y el callejero de la  misma, se echa de menos el recuerdo de algunos de ellos, que por sus merecimientos y buen hacer al frente de la alcaldía merecen ser recordados por los vecinos y generaciones futuras. Por encima de las ideas políticas, queda siempre el testimonio de su paso el consistorio y la huella de sus aciertos en beneficio de sus conciudadanos. Hecho éste preámbulo, me quiero referir a don Jaime Casabó Cruañes. Este hombre, abierto y popular, del partido conservador de Cánovas, y pariente del diputado provincial por Denia, Julio Cruañes Soler, del mismo partido, estuvo al frente de la alcaldía durante el bienio 1921-22 y se marcó el propósito de dotar al pueblo de agua potable, lo cual se convirtió en realidad en 1922. Se instalaron varias fuentes públicas y abrevadores en puntos estratégicos del casco urbano. Entre las fuentes, de las que salía el agua a través de un caño, citaremos la de enfrente del Ayuntamiento, que aún se conserva, la del carrer Major, junto “als cuatre cantons”, la de la  Placeta del Convent, la del portal del Clot, y la del carrer de L`escola, junto al Trinquete Entre los abrevaderos, en las  entradas al pueblo, estaban la del Marge de L´arrabal de la Mar, Placeta, Sant Vicent y el situado junto al Pont del Llavador. El depósito del agua potable, una construcción rectangular protegida por planchas de hierro,  en donde jugaban y saltaban los niños, estaba situado junto a la pared del convento de las Agustinas (hoy mercado municipal) Hasta ese año, el abastecimiento de agua a los habitantes de la población se realizaba en forma personalizada de tal forma que cada vecino tenía que proveerse de agua para su alimentación y la de sus animales. El agua, había que obtenerla de pozos o cisternas. El pozo era la excavación  en la tierra para encontrar el agua, que se empleaba para el riego agrícola. La cisterna, de carácter doméstico,  era el depósito subterráneo en zona urbana, en donde se recoge y conserva el agua de lluvia. La cantarera,  formaba parte de la cocina,  y era el armazón de madera para colocar los cántaros de agua, transportados a lomos de borricos o de las caderas de  las mujeres, de la fuente a la casa. Los pozos se construían en el campo para regar, y recibían el nombre de “senia”. La elevación del agua se realizaba por medio de un artilugio de dos grandes ruedas, una horizontal movida por una caballería que daba vueltas sin fin, y otra vertical  que engrana con la primera y lleva colocada una maroma con recipientes que van sacando el agua y la vierten en una balsa. Hoy, la extracción del agua se hace por medio de una bomba mecánica. En el consumo doméstico no todos tenían posibilidades para disponer de una cisterna en su casa. Entonces había que proveerse del agua fuera del domicilio o pedirla a quien quisiera facilitarla. En el núcleo de Aduanas, en el “barrio de Sevilla”, las familias de los marineros acudían, entre otras,  a la cisterna de la casa del huerto de Ambrosio Bordeore, a las de los Cruañes en la Mesquida de les Pedres, y a la de doña Liboria, cuya casa estaba (y está) situada  junto a la antigua desembocadura del río, y disponía de una cisterna de  gran capacidad. Las gentes de la otra parte del río, los de Triana,  acudían, entre otros, a los pozos y cisternas del Montañar, de Agustín Catalá y Romualdo Catalá, con la particularidad de que ellos mismos, para no molestar a los dueños de esas aguas, se costeaban a tocateja, el importe de la cuerda y el pozal. Todas estas incomodidades para el pueblo se subsanaron con la traída del agua potable en citado año de 1922.  Este hecho histórico, fue celebrado con grandes festejos populares. Se ha inmortalizado la memoria del alcalde Casabó, en una rotonda situada en un lugar tan apartado como el cruce del Camì del riu Gorgos y el camì del Pou del Moro, junto al pont del Llavador. En ella, está representada la escultura en hierro de un burrito junto a una “senia” y una inscripción en una lámina de tosca, realizada por Juan  Cholbi Bas. En ella hay esculpida un composición poética: “Aigua de mar, / aigua del cel, / aigua de vent, / Blava, maragda/ clara, transparent/ Puresa y vida/ passad i present/ orige i avenir tan mateix”. Bajo de ésta poesía se lee: “A Jaime Casabó, Pepe Llidó, Ángel Doménech, Soler Blasco…al poble de Xàbia i a tots aquells que han contribuit a que no els faltara  mai l`aigua. Xàbia 2007”. Merece un recuerdo más visible y localizado en una placa callejera.
 

                                         Vicente Catalá Bover
                                          Septiembre 2013

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