No todos los alcaldes que han presidido
la corporación local tienen dedicada una calle, para memoria de su pueblo. Repasando
la historia reciente de la villa y el callejero de la misma, se echa de menos el recuerdo de algunos
de ellos, que por sus merecimientos y buen hacer al frente de la alcaldía
merecen ser recordados por los vecinos y generaciones futuras. Por encima de
las ideas políticas, queda siempre el testimonio de su paso el consistorio y la
huella de sus aciertos en beneficio de sus conciudadanos. Hecho éste preámbulo,
me quiero referir a don Jaime Casabó Cruañes. Este hombre, abierto y popular,
del partido conservador de Cánovas, y pariente del diputado provincial por
Denia, Julio Cruañes Soler, del mismo partido, estuvo al frente de la alcaldía durante
el bienio 1921-22 y se marcó el propósito de dotar al pueblo de agua potable,
lo cual se convirtió en realidad en 1922. Se instalaron varias fuentes públicas
y abrevadores en puntos estratégicos del casco urbano. Entre las fuentes, de
las que salía el agua a través de un caño, citaremos la de enfrente del
Ayuntamiento, que aún se conserva, la del carrer Major, junto “als cuatre
cantons”, la de la Placeta del Convent, la
del portal del Clot, y la del carrer de L`escola, junto al Trinquete Entre los
abrevaderos, en las entradas al pueblo, estaban
la del Marge de L´arrabal de la Mar, Placeta, Sant Vicent y el situado junto al
Pont del Llavador. El depósito del agua potable, una construcción rectangular
protegida por planchas de hierro, en
donde jugaban y saltaban los niños, estaba situado junto a la pared del
convento de las Agustinas (hoy mercado municipal) Hasta ese año, el abastecimiento
de agua a los habitantes de la población se realizaba en forma personalizada de
tal forma que cada vecino tenía que proveerse de agua para su alimentación y la
de sus animales. El agua, había que obtenerla de pozos o cisternas. El pozo era
la excavación en la tierra para
encontrar el agua, que se empleaba para el riego agrícola. La cisterna, de
carácter doméstico, era el depósito
subterráneo en zona urbana, en donde se recoge y conserva el agua de lluvia. La
cantarera, formaba parte de la
cocina, y era el armazón de madera para colocar
los cántaros de agua, transportados a lomos de borricos o de las caderas
de las mujeres, de la fuente a la casa.
Los pozos se construían en el campo para regar, y recibían el nombre de “senia”.
La elevación del agua se realizaba por medio de un artilugio de dos grandes
ruedas, una horizontal movida por una caballería que daba vueltas sin fin, y
otra vertical que engrana con la primera
y lleva colocada una maroma con recipientes que van sacando el agua y la
vierten en una balsa. Hoy, la extracción del agua se hace por medio de una
bomba mecánica. En el consumo doméstico no todos tenían posibilidades para disponer
de una cisterna en su casa. Entonces había que proveerse del agua fuera del
domicilio o pedirla a quien quisiera facilitarla. En el núcleo de Aduanas, en el
“barrio de Sevilla”, las familias de los marineros acudían, entre otras, a la cisterna de la casa del huerto de Ambrosio
Bordeore, a las de los Cruañes en la Mesquida de les Pedres, y a la de doña Liboria,
cuya casa estaba (y está) situada junto
a la antigua desembocadura del río, y disponía de una cisterna de gran capacidad. Las gentes de la otra parte
del río, los de Triana, acudían, entre
otros, a los pozos y cisternas del Montañar, de Agustín Catalá y Romualdo
Catalá, con la particularidad de que ellos mismos, para no molestar a los dueños
de esas aguas, se costeaban a tocateja, el importe de la cuerda y el pozal.
Todas estas incomodidades para el pueblo se subsanaron con la traída del agua
potable en citado año de 1922. Este
hecho histórico, fue celebrado con grandes festejos populares. Se ha
inmortalizado la memoria del alcalde Casabó, en una rotonda situada en un lugar
tan apartado como el cruce del Camì del riu Gorgos y el camì del Pou del Moro,
junto al pont del Llavador. En ella, está representada la escultura en hierro
de un burrito junto a una “senia” y una inscripción en una lámina de tosca,
realizada por Juan Cholbi Bas. En ella
hay esculpida un composición poética: “Aigua
de mar, / aigua del cel, / aigua de vent,
/ Blava, maragda/ clara, transparent/ Puresa y vida/ passad i present/ orige i
avenir tan mateix”. Bajo de ésta poesía se lee: “A Jaime Casabó, Pepe Llidó, Ángel Doménech, Soler Blasco…al poble de
Xàbia i a tots aquells que han contribuit a que no els faltara mai l`aigua. Xàbia 2007” . Merece un recuerdo
más visible y localizado en una placa callejera.
Vicente Catalá Bover
Septiembre
2013
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