En el mes de noviembre de 2013,
que acabamos de dejar, han tenido lugar dos acontecimientos relacionados entre
sí. Por una parte, el día 25 de dicho mes, por auspicio de Naciones Unidas se celebró
el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con
diversas actividades encaminadas a la erradicación y lucha contra la plaga
machista, que amenaza, atormenta y asesina a las mujeres. Hay que empezar el
edificio desde la base: por la educación. La educación es el conjunto de medios
dirigidos a instruir y formar a una persona, especialmente a los niños. Los
sistemas de enseñanza son la base para el desarrollo de la educación. El
desarrollo del individuo está condicionado por una buena educación, uno de los
derechos fundamentales de la persona reconocido en la Constitución. La
educación tiene por objeto desarrollar en el ser humano, desde niño, un cierto
número de estados físicos, intelectuales y niveles necesarios para la existencia
de una pacífica sociedad política. La educación transmite una cultura y una
sabiduría que deben contribuir al perfeccionamiento del sistema social y
económico de un país. El sistema escolar, apoyado en una buena actividad
pedagógica favorece las condiciones sociales y culturales de una nación. Véase
el ejemplo de los países nórdicos de Europa, que disponen de un avanzado
régimen educativo, y un acusado respeto hacia la autoridad del profesor.
Acudiendo al segundo tema de éste artículo, el de la violencia de género, hay
que decir que el machismo genera todo tipo de violencia y forma parte
desgraciadamente de nuestra cultura. Los hombres y las mujeres son diferentes,
pero no superiores o inferiores. Se carece de mecanismos de prevención o
erradicación de la agresividad vivida por los jóvenes, porque en la escuela no
se enseña (con la necesaria intensidad) esta materia, basada en la igualdad
entre uno y otro sexo. Es importante que el Estado se ocupe de ésta cuestión a
través de una política docente nacida y explicada en las aulas. Es importante
que los niños y las niñas en el periodo de su formación básica intelectual
tomen conciencia de su igualdad en la familia y en la sociedad. La escuela, es
el espacio indispensable para lograr esta aspiración. Es obligación del Estado
prevenir esta violencia, tratar las causas de ésta desigualdad histórica y
castigar a los violentos. La violencia contra las mujeres es consecuencia de la
discriminación que sufren éstas, tanto en las leyes como en la práctica diaria.
Si el día 25 de noviembre se celebra el Día de la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer, el día 29, unos días más tarde, se aprobó en el Congreso de
los Diputados, con el apoyo en solitario del partido gubernamental, la Ley Orgánica
para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), que viene a modificar la actual
LOE aprobada por el gobierno socialista en 2006. Esta nueva ley nace con la
oposición de los restantes partidos del Parlamento y está huérfana de
contenidos tan importantes como la igualdad de género, la orientación sexual y la discriminación
social. Aún no ha entrado en vigor su aplicación y los partidos políticos de la
oposición ya están pensando en su derogación en cuanto alcancen el poder. La
nueva ley, según los comentaristas expertos es un retroceso de los valores
educativos en materia de igualdad entre hombres y mujeres para evitar la
violencia machista. Es ceguera e ignorancia social y política no darse cuenta
(nuestros políticos), de que hay que trabajar en el campo de la educación para
la formación integral de los individuos de una colectividad. No se comprende
que en éste campo cueste tanto a nuestros representantes (los que hacen las
leyes) llegar a acuerdos coincidentes y satisfactorios para alcanzar la
tranquilidad familiar y social. La educación, y todo lo que arrastra la misma,
hace grande a los pueblos: el nivel, la calidad y la prosperidad de los mismos
se debe a las cabezas y mentes preclaras que salen de los centros docentes y de
las universidades. Como he dicho, los países del norte europeo (Noruega,
Suecia, Dinamarca…etc.) gozan del mayor nivel de vida, respecto de los demás
gracias a que la sociedad está apoyada en un sistema educativo preferencial. La
mayor inversión presupuestaria se la lleva la educación. Para terminar, la violencia
de género no se acabará con castigos ni leyes represivas, sino con la
educación. Si no hay leyes educativas buenas, es que hay políticos malos.
Vicente Catalá Bover
Diciembre 2013
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