lunes, 10 de marzo de 2014

LA ABUELIDAD


La palabra abuelidad no figura en el diccionario de la RAE, ni en ningún otro, por la sencilla razón de no ser conocida como término gramatical. El inventor de la misma es el profesor e investigador local Juan Bta. Codina, y, yo quiero dar mi opinión sobre este “nuevo” vocablo. En los diccionarios de la lengua castellana o española, la palabra maternidad, independientemente del significado de gestación, se define como “estado o calidad de madre”, y del mismo modo la palabra paternidad es calidad de padre. Entonces, cómo se definiría la abuelidad? Por lógica y analogía, sería: calidad de abuelo Los hijos son la consecuencia de la maternidad-paternidad. Los nietos son el resultado de la abuelidad. Los abuelos, hasta hace  bien poco formaban parte de la familia en la esfera externa de la madre y del padre, pero hoy están completamente integrados en el núcleo inicial de la familia, y son complemento o añadido indispensable a la madre y al padre. Recuerdo que en la niñez de mi generación, redundando en la idea de que los abuelos estaban en la esfera exterior de los padres, el ir a ver a los abuelos era un acto más social que familiar. Había que anunciar la visita (el anuncio era costumbre de la época) y presentarse ante los mismos correctamente vestidos, y guardando las normas de urbanidad aprendidas en la escuela. Eran unos encuentros calificados como visitas de cumplimiento hacia los abuelos. Y así, hasta la próxima. Y, yo me pregunto, ¿por qué este distanciamiento hacia los abuelos? Por la sencilla razón de que en nuestra cultura (hasta ahora) ha estado arraigada la idea negativa de la vejez, y el rechazo social a los viejos,  clasificados como personas de la Tercera Edad.  Los abuelos resultaban incómodos a la propia familia y se les recluía en asilos y residencias. Contra ésta corriente de eliminar a los abuelos, éstos se rebelaban y protestaban exclamando a sus hijos: “¡puedes hacerme abuelo, pero no anciano!”. El convertirse en abuelo se asociaba a la ancianidad y a la vejez: ser abuelo era ser viejo. Modernamente han cambiado los hábitos y conceptos o formas de entender la vida. Hoy los abuelos, ni son ancianos ni son viejos. Al contrario, existe una valoración positiva de la sociedad hacia los mismos, así como un reconocimiento de su actual dedicación, colaboración y ayuda a los hijos. Debido a la crisis económica actual, hoy los abuelos y abuelas desempeñan un papel importante, colaborando eficazmente con los hijos en el mantenimiento económico de la familia.  Con el alargamiento de la vida se han producido cambios muy notables en la vida de las personas y su relación con la sociedad. Se ha comprobado que la llegada de los nietos supone una inyección de alegría, optimismo y vitalidad. A los abuelos, se les ingresaba en las residencias cuyo mantenimiento costeaban con su pensión de jubilación. Hoy, se da la paradoja, de que el abuelo es un ser no solo querido, sino apreciado, y se les saca de su reclusión para contribuir con su ayuda el mantenimiento de sus hijos y de sus nietos. ¡Tengan una buena abuelidad los que estén en ese estado! Y, cambio de tema.

UNA ADVERTENCIA.- A los lectores del Semanal que siguen con interés mis colaboraciones en éstas páginas, les expreso mi agradecimiento, con la seguridad de que lo hago con la esperanza e ilusión de entretenerles y de ocupar un tiempo que les dedico con mucho gusto. Mi reconocimiento a ustedes, es posible gracias a la generosidad de Amparo Botella, esa mujer emprendedora, eficaz y vital, que me dio la oportunidad de asomarme a éstas páginas, para llenar el tiempo de descanso que concede la jubilación, del mismo modo que años atrás le concedió este privilegio al inolvidable y querido don Juan Ortolá, que con su exquisita formación supo plasmar opiniones interesantes, valientes y polémicas, que fueron del agrado de los lectores en unos casos y de disconformidad en otros. Vengo a decir todo esto, porque desde hace algún tiempo, me ronda por la cabeza la idea o proyecto de realizar un trabajo que podría ser de interés local, por lo que voy a necesitar algo de tiempo para dedicarme a ello. Ello significa, que durante un par de meses, más o menos, mi colaboración en el Semanal, saldrá más espaciada, y no como ahora que me leen cada semana. Así pues ya lo saben, y si alguna semana no me ven, es que estoy algo ocupado con el asunto que espero poder llevar a buen término y que ustedes verán. Hasta la vista.

 

                                          Vicente Catalá Bover
                                           Diciembre 2013   

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