La palabra abuelidad no figura en
el diccionario de la RAE, ni en ningún otro, por la sencilla razón de no ser
conocida como término gramatical. El inventor de la misma es el profesor e investigador
local Juan Bta. Codina, y, yo quiero dar mi opinión sobre este “nuevo” vocablo.
En los diccionarios de la lengua castellana o española, la palabra maternidad,
independientemente del significado de gestación, se define como “estado o
calidad de madre”, y del mismo modo la palabra paternidad es calidad de padre.
Entonces, cómo se definiría la abuelidad? Por lógica y analogía, sería: calidad
de abuelo Los hijos son la consecuencia de la maternidad-paternidad. Los nietos
son el resultado de la abuelidad. Los abuelos, hasta hace bien poco formaban parte de la familia en la
esfera externa de la madre y del padre, pero hoy están completamente integrados
en el núcleo inicial de la familia, y son complemento o añadido indispensable a
la madre y al padre. Recuerdo que en la niñez de mi generación, redundando en
la idea de que los abuelos estaban en la esfera exterior de los padres, el ir a
ver a los abuelos era un acto más social que familiar. Había que anunciar la
visita (el anuncio era costumbre de la época) y presentarse ante los mismos
correctamente vestidos, y guardando las normas de urbanidad aprendidas en la
escuela. Eran unos encuentros calificados como visitas de cumplimiento hacia
los abuelos. Y así, hasta la próxima. Y, yo me pregunto, ¿por qué este
distanciamiento hacia los abuelos? Por la sencilla razón de que en nuestra
cultura (hasta ahora) ha estado arraigada la idea negativa de la vejez, y el
rechazo social a los viejos, clasificados
como personas de la Tercera Edad. Los
abuelos resultaban incómodos a la propia familia y se les recluía en asilos y
residencias. Contra ésta corriente de eliminar a los abuelos, éstos se
rebelaban y protestaban exclamando a sus hijos: “¡puedes hacerme abuelo, pero
no anciano!”. El convertirse en abuelo se asociaba a la ancianidad y a la
vejez: ser abuelo era ser viejo. Modernamente han cambiado los hábitos y
conceptos o formas de entender la vida. Hoy los abuelos, ni son ancianos ni son
viejos. Al contrario, existe una valoración positiva de la sociedad hacia los
mismos, así como un reconocimiento de su actual dedicación, colaboración y
ayuda a los hijos. Debido a la crisis económica actual, hoy los abuelos y
abuelas desempeñan un papel importante, colaborando eficazmente con los hijos
en el mantenimiento económico de la familia.
Con el alargamiento de la vida se han producido cambios muy notables en
la vida de las personas y su relación con la sociedad. Se ha comprobado que la
llegada de los nietos supone una inyección de alegría, optimismo y vitalidad. A
los abuelos, se les ingresaba en las residencias cuyo mantenimiento costeaban
con su pensión de jubilación. Hoy, se da la paradoja, de que el abuelo es un
ser no solo querido, sino apreciado, y se les saca de su reclusión para
contribuir con su ayuda el mantenimiento de sus hijos y de sus nietos. ¡Tengan
una buena abuelidad los que estén en ese estado! Y, cambio de tema.
UNA ADVERTENCIA.- A los lectores
del Semanal que siguen con interés mis colaboraciones en éstas páginas, les
expreso mi agradecimiento, con la seguridad de que lo hago con la esperanza e
ilusión de entretenerles y de ocupar un tiempo que les dedico con mucho gusto.
Mi reconocimiento a ustedes, es posible gracias a la generosidad de Amparo
Botella, esa mujer emprendedora, eficaz y vital, que me dio la oportunidad de
asomarme a éstas páginas, para llenar el tiempo de descanso que concede la
jubilación, del mismo modo que años atrás le concedió este privilegio al
inolvidable y querido don Juan Ortolá, que con su exquisita formación supo
plasmar opiniones interesantes, valientes y polémicas, que fueron del agrado de
los lectores en unos casos y de disconformidad en otros. Vengo a decir todo
esto, porque desde hace algún tiempo, me ronda por la cabeza la idea o proyecto
de realizar un trabajo que podría ser de interés local, por lo que voy a
necesitar algo de tiempo para dedicarme a ello. Ello significa, que durante un
par de meses, más o menos, mi colaboración en el Semanal, saldrá más espaciada,
y no como ahora que me leen cada semana. Así pues ya lo saben, y si alguna
semana no me ven, es que estoy algo ocupado con el asunto que espero poder
llevar a buen término y que ustedes verán. Hasta la vista.
Vicente Catalá Bover
Diciembre 2013
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