lunes, 10 de marzo de 2014

TIEMPO DE TORMENTAS


Octubre es tiempo de perturbaciones atmosféricas violentas, acompañadas de lluvia, nieve o pedrisco. Forma parte de la meteorología; la ciencia que se dedica a observar el tiempo y los movimientos de la atmósfera. Estas líneas son un recordatorio del pasado. En los años 40-50, “la lluvia venía y se la dejaba caer”, regaba el campo, hacía crecer las cosechas y se llenaban los pozos y cisternas. La agradecía sobre todo el agricultor, cuya estabilidad y seguridad dependía del tiempo. Con la llegada de la televisión en los años 60, se daba información del estado de la atmósfera y de la previsión de lluvias o mal tiempo, con lo que teníamos un adelanto de lo que estaba por recibir. En Jávea, ya en el siglo XXI, disponemos de muchos aficionados en la materia, con  ideas muy claras en esto de la atmósfera, climatología y meteorología. En la reciente revista del programa de fiestas de la Mare de Deu de Loreto, de Aduanas del Mar, publicado por la Comisión de fiestas, el profesor José F. Erades, en un documentado artículo, nos da una serie de nociones, datos e información muy interesantes. Contando con su aprobación, me permito comentar algunos de los argumentos vertidos en su trabajo. Erades, en primer lugar, aclara el significado de las palabras clima, climatología, temps o oratge i metereología, y hace la distinción entre climatología, ciencia que estudia el clima, y el tiempo, que se refiere a las condiciones de temperatura. Nos dice, que Jávea, después de la ciudad brasileña de Rio de Janeiro, tiene el mejor microclima del mundo, y ésta circunstancia la corrobora con la presencia de eminentes personalidades del mundo de la ciencia,  del arte y la política. El doctor Jiménez Díaz, el modisto Cristóbal Balenciaga, el filósofo Ortega y Gasset, el obispo ortodoxo Casiano “El pope”, y otros, sin exceptuar a “nuestro” Lambert, fueron los enamorados de este clima privilegiado. Como dice Erades, “…el temps ens recorda que pot ser causa de desgràcies, tant a terra com a la mar”. Dicho lo anterior, todo hecho o acontecimiento, feliz o trágico ocurrido hace más de cincuenta años, debe ser recordado para el conocimiento de las generaciones venideras. Me estoy refiriendo a L´aiguá ocurrida en los primeros días del mes de octubre de 1957. Se cumplen 67 años de aquella catástrofe  que afectó a todo el término municipal. Todo fue ocasionado por una lluvia torrencial que arrasó gran número de casas, produjo destrozos en campos, cosechas, caminos y carreteras y el suministro de agua, luz y alcantarillado se vieron gravemente afectados. Durante los días 2 y 3 de octubre, según los técnicos, cayeron 872 litros por metro cuadrado. En aquellos años, no se conocía el término “gota fría”, que ahora hace alertar no solo al vecindario, sino a los Cuerpos de seguridad,  como Policía, Bomberos, Guardia civil y Protección civil. Los daños a la agricultura, principal riqueza de la población, fueron  cuantiosos con destrucción de cultivos, corrimientos de tierras fuera de sus márgenes, inundación de pozos, etc. En Aduanas, sufrieron doblemente los efectos: el temporal de mar y el desbordamiento del río. Los cuantiosos daños  producidos por esta tragedia de la naturaleza, de la que la villa tardó años en recuperarse, ascendieron a 23.300.000 pesetas. Las autoridades, se solidarizaron con el pueblo y con su alcalde Juan Tena,  desplazándose a la villa en representación del Gobierno el ministro Gual Villalbí y el Gobernador civil de la provincia Evaristo Martín, los cuales fueron testigos del desastre y prometieron ayudas a los damnificados. Al cumplirse los cincuenta años de éstos hechos, el Ayuntamiento de Jávea publicó un libro conmemorativo, titulado Xàbia, l`Aiguà de 1957, en donde se recoge una interesante documentación  de lo que significó aquel extraordinario acontecimiento. A pesar de la magnitud  del temporal solo hubo que lamentar el fallecimiento de Rosario Sapena Llidó, que pereció ahogada en la cisterna de su casa, al hundirse la bóveda de la misma. Pasará a la leyenda popular un curioso y necrológico suceso. Un hombre de Jávea, José Roldán, que había hecho fortuna en América, falleció en su casa de la calle S. Joaquín, y cuando estaban velando el cadáver penetró por la puerta una tromba de agua, y el féretro flotando tuvo que ser amarrado para no ser arrastrado por la corriente. Merecen especial recuerdo las crónicas, de los corresponsales de LAS PROVINCIAS, Vicente Mengual, y de LEVANTE, Domingo Crespo, los cuales informaron con toda precisión de la angustia vivida.

  

                       Vicente Catalá Bover
                        Septiembre 2013

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